28 de octubre de 2008

VISITA A LOS PANTEONES

Voy a compartir contigo un día de visita a los panteones para ir a ver a mis abuelos.
Recuerdo que cuando eramos niños, año con año mis papás nos llevaban el día de muertos a visitar las tumbas de mis abuelos (estaban en diferentes panteones). Ese día lo considerábamos especial, papá nos despertaba muy temprano, al llegar , lo primero que hacíamos era comprar flores, tenían que ser "las más bonitas" para llevárselas a los abuelos. Mis hermanos y mi papá eran los encargados de lavar los sepulcros, los tallaban con una escoba o escobeta que llevaban desde casa, agua y jabón ("quedaban como nuevos"), mientras mamá cambiaba el agua de los floreros y acomodaba con mucho cuidado las flores, mientras todo esto pasaba, mis hermanas y yo (éramos muy pequeñas) nos dedicábamos a corretear y a revisar las fechas, los nombres y los epitáfios de las tumbas de alrededor (costumbre que no he perdido)
Terminada la tarea mi mamá nos acomodaba a los siete alrededor de la tumba, nos contaba algo sobre el abuelo en turno (al que en ese momento estabámos visitando) y después nos ponía a rezar junto con ella, lo hacía con tal devoción que los siete hermanos lo considerábamos un acto muy solemne. De ahí nos llevaban a desayunar barbacoa y al llegar a casa prendíamos con mi papá el incienso de nuestra ofrenda y comíamos dulce de calabaza.
Esta costumbre familiar duró por muchos años, después empezaron a ir los novios, las novias, los yernos, las nueras, las nietas y los nietos, éramos una gran familia y no por el número, sino por el amor y el respeto que todos nos teníamos. Disfrutábamos mucho de la convivencia y mi papá se sentía muy orgulloso por ello.

Reciban saludos y hasta luego.

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