Esta es la historia de una señora casa que muy gustosa albergaba a una numerosa familia, formada por siete hermanitos, papá y mamá, doña casa se sentía feliz con sus huéspedes, algunos de esos niños los recibió muy pequeños , otros nacieron bajo su abrigo.
Ella se divertía al ver como los hermanitos jugueteaban y corrían en su interior y en su patio, le alegraba ver con que cariño papá y mamá los cuidaban y querían ....los días llegaban, las noches se iban y ellos fueron creciendo, siempre acogidos con cariño por aquella casona qué no perdía oportunidad para ver como día a día esos pequeños niños dejaban en el pasado su infancia, siendo siempre testiga fiel de sus primeros triunfos, de su primer amor y de sus pequeños infortunios. El tiempo siguió su paso y aquella casa fue envejeciendo, primero perdió el brillo del suelo, el aplanado de la pared se fue desprendiendo, la firmeza de su techo fue cediendo , hasta la humedad hizo de las suyas,tomando posesión de todo lo que veía. Al tiempo de está gran tragedia uno a uno de los siete hermanos fue tomando su camino hasta que la señora casa quedó vacía, este cambio ella lo tomó con mucho aplomo, un día, en el silencio y quietud de su interior, se quedó pensando un largo rato y concluyó para sí misma...
He terminado la misión de mi vida...¿estoy satisfecha?.... ¡claro que lo estoy!...me quedé con las risas y las voces de los pequeños qué vi crecer, también atesoré las huellas de sus piecitos el piso de toda la casa, les dí cobijo en sus alegrías y en sus momentos de tristeza ... Mmmm! y esa dulce esencia de mis siete niños flotando por toda la casa .... pensando esto cerró sus ventanas y con una gran sonrisa de satisfacción se quedó dormida.
Rocío Romero Kuhliger.
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