


Relicario con la sangre del beato Juan Pablo II, portado por la monja polaca que le cuido hasta el último instante de su vida terrenal, Sor Tobiana y la hermana francesa, Marie Simon-Pierre, curada milagrosamente de su enfermedad de Parkinson tras la intercesión del Papa Juan Pablo II.
El proceso de beatificación se inició cuando después de numerosos y rigurosos debates, entre médicos y científicos, ninguno de ellos halló explicación alguna a su repentina curación; salvo que ello fuese fruto de un milagro.
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