14 de junio de 2011

El actuar perverso narcisista

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El perverso narcisista tiene una incapacidad patológica para sentir culpa y sólo le preocupa la imagen que proyecta al resto, sin llegar a considerar a los otros como personas, es decir para él sólo son objetos que puede utilizar.

El actuar perverso, según Marie-France Hirigoyen, el actuar perverso se caracteriza por la falta de comunicación, ya que este sujeto elude las preguntas directas y como no habla proyecta una imagen de grandeza o de sabiduría.

El agresor perverso siempre niega la existencia del reproche y del conflicto, con lo que neutraliza a la victima, ya que esta no puede defenderse puesto que el sujeto le impulsa a creer que el problema es inexistente.

El mecanismo de acción de este tipo de personalidades se articula negando a sus víctimas la oportunidad de ser oídas, ya que a este tipo de sujetos no le interesan otras versiones de los hechos y mediante esta falta de interés por el diálogo el perverso viene a decir que el otro no le importa.

Hirigoyen también describe que la voz del perverso al dirigirse a su víctima suele ser fria, insulsa y monocorde, sin una tonalidad afectiva, lo que causa inquietud.

El mensaje de una perverso suele ser voluntariamente vago e impreciso para generar confusión y muchas veces el sujeto recurre a negar lo que ha dicho para eludir los reproches, al mismo tiempo que se abstiene de terminar sus frases, utiliza alusiones y envía mensajes sin comprometerse.

El perverso utiliza la mentira, pero no de una forma directa, sino que prefiere usar un conjunto de insinuaciones y de silencios para crear u malentendido que explotará para su propio beneficio.

La agresión perversa se caracteriza por el hecho de que se lleva a cabo en silencio, mediante aluciones e insinuaciones, que evitan que se pueda determinar cuando ha comenzado o que se pueda catalogar su naturaleza dada la gran confusión que provoca en la víctima, que si llega a señalar el hecho que ha sido atacado será refutado por el sujeto perverso, quien convencerá ala victima de que élla es la agresiva.

La seducción perversa
Las relaciones de acoso que establecen los perversos narcisistas se desarrollan en dos fases, primero la seducción y luego la violencia. El periodo de seducción puede durar años y C. Racamier la llama "quitar el seso" para explicar el proceso de preparación y desestabilización que sufre la víctima, hasta acabar perdiendo la confianza en sí misma.

La seducción se produce a través de un proceso de influencia y dominación. En este proceso de seducción en una sóla dirección el perverso procura fascinar sin ser descubierto, a través de una conjura de la realidad y una manipulación de las apariencias.

El dominio se produce a través de tres ejes de control, que tienen un componente destructor, que anula el deseo y la especificidad de al víctima:

- Una acción de apropiación mediante el desposeimiento del otro;

- Una acción de dominación que mantiene al otro en un estado de sumisión y dependencia;

- Una acción de discriminación que pretende marcar al otro.

La violencia perversa
Para Hirigoyen, la violencia perversa es difícil de detectar por los testimonios externos y es negada por el agresor, que se niega a asumir su responsabildiad en el problema y culpa a la víctima.

Para la psiquiatra esto constituye una violencia adicional, que recae sobre la victima cuyo testimonio es despojado de credibilidad, lo que genera una violencia reactiva en ésta.

La violencia del perverso es indirecta, no deja marcas físicas ni heridas pero si daños psicológiso que pueden ser de por vida. Esto constituye un tipo de acoso moral, es decir una repetición frecuente, intencionada, indirecta e invisible.

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