2 de noviembre de 2011

La Familia Narcisista. Sentimientos y Comunicación

Identificar sentimientos

Muchos pacientes se sientes incómodos aún con la palabra sentimientos. Como un paciente comentó, “No me gusta eso de lo suavecito-delicadito-esponjocito!” Es por eso necesario ayudar a los pacientes a desarrollar algún grado de comodidad en la discusión de los sentimientos, para que puedan reconocer 1. Qué son los sentimientos, y 2. Que ellos los experimentan. Para ese fin, hemos descrito un número de técnicas usadas en nuestra práctica.

Listar Sentimientos

Es a menudo interesante y de ayuda el tomarse tiempo con los pacientes simplemente listando sentimientos. Muchos no pueden, sin darles pistas, listar inclusive uno! O ellos tal vez puedan decir “enojado”, “triste”, “bueno” o “malo” y eso es todo. Los pacientes usualmente se sorprenden del número de sentimientos que pueden ser generados en una lista con el terapeuta.

Estos individuos dirán cosas como “No tengo sentimientos”, o “Duele mucho sentir”. No tienen concepto de la importancia o la función de los sentimientos. Dentro de este marco, el modelo de la familia narcisista, les enseñamos a los sobrevivientes que los sentimientos:

Son la verdadera expresión de quienes somos;

  • Existen por cuenta propia
  • No pueden ser legislados (como en, “Tu debes de amar a tu hermano”;
  • No hay buenos o malos, correctos e incorrectos – simplemente son;
  • Son instintivos y a menudo protectores
  • Nos motivan a acciones necesarias (por ejemplo, “Siento temor, por tanto, llamaré a la policía”);
  • Necesitan entonarse y honrarse; porque ellos
  • Saldrán a la luz – aún si los ignoramos, negamos o los escondemos- mediante síntomas físicos, ira explosiva, o depresión (la “otra cara” de la ira).
  • Los sentimientos son especialmente valiosos cuando nos motivan a la acción, bajo el concepto de Bradshaw de “E-moción” (3). Por tanto, cuando negamos nuestras emociones o sentimientos, tal vez no tomemos acciones necesarias y apropiadas. Como saben los terapeutas, la inactividad muy a menudo lleva a la depresión.

Hay un número de técnicas que son de ayuda al enseñar a los adultos de familias narcisistas a cómo reconocer y etiquetar sus sentimientos. Tres que frecuentemente usamos (el Test del Lenguaje Corporal, Historias Para Sentir y Proyección de Video) se detallan abajo. También recomendamos que los pacientes mantengan “diarios de sentimientos” en los cuales identifiquen y etiqueten sentimientos que experimentan, incluyendo sensaciones físicas.

El Test del Lenguaje Corporal

La mayoría de las personas experimentan fuertes sentimientos a manera de una o más sensaciones físicas: por ejemplo, una constricción en la garganta, o el sentir que el estómago o el corazón se anida ahí; tensión en el cuello o en los hombros; o como un dolor de cabeza repentino. Algunos individuos experimentan síntomas casi instantáneos de dolor de estomago o diarrea en tiempos de estrés emocional. Pregunte al paciente dónde siente la emoción (o el enojo) en su cuerpo; y lo más seguro, no tendrá problema en decirlo.

El primer paso, entonces, es hacer que el paciente se entone con su síntoma – que realmente lo note y lo experimente, y que tenga el reconocimiento del terapeuta por simplemente permitirse experimentar y sentirlo físicamente.

La Historia de Mary. Mary es una mujer de treinta años cuya familia narcisista de origen estaba compuesta por un padre callado y nada asertivo, una madre entrometida y emocionalmente abusiva y dos hermanas. La madre de Mary la llamaría varias veces a la semana para “descargarse” en ella, llenándola de historias de todo lo malo que sus hermanas hacían; ella siempre intentaba llevar a Mary a complejos y molestos escenarios familiares. Mary había estado viendo a un quiropráctico por más de un año por tensión y dolor en cuello. Ella había etiquetado a su dolor como una secuela de un accidente automovilístico menor, asumiendo que ella experimentaba dolor cuando inadvertidamente torcía su espalda o cuello de mala manera. Referida por su quiropráctico a la terapia, ella llegó a la conclusión de que el dolor tal vez era más una expresión de estrés psicológico que una lesión física.

Durante el curso de la terapia, Mary comenzó a llevar un diario de sentimientos en el cual ella daba seguimiento a sus dolores de cuello y los eventos, pensamientos y sentimientos que ella había experimentado durante el curso del día. Se le enseñó la “respuesta de relajación” de Benson, la cual aprendió a usar cuando se volviera consciente del dolor de cuello.(4) Al mantener un diario, Mary fue capaz de ligar sus síntomas físicos a eventos específicos y pensamientos –los gatillos de sentimientos- y a etiquetar los sentimientos que eran expresados en su dolor de cuello.

Terapeuta: Mary, esta semana cuando sentiste la tensión en tu cuello, fuiste capaz de ligarlo a algo que ocurrió, o a algo que estabas pensando?

Mary: Es gracioso, pero siempre noto que siento más dolor en los fines de semana, pero nunca supe por qué. En mi diario, sí dice por qué! Lo siento después que mi madre llama (al teléfono). Ella llama mucho los fines de semana, porque mi padre trabaja durante ese tiempo. Esta vez, cuando colgué me di cuenta que tenía el dolor. Y no había hecho nada - físico, quiero decir- para que me doliera.

Terapeuta: ¿Así que su madre es un dolor en el cuello?

Mary: (riendo) Si, eso creo.

Terapeuta: Mary, ¿cuál era tu sentir durante la conversación?

Mary: Sentí que - no. Me sentí enojada. Realmente enojada. Furiosa.

En este punto el terapeuta fue capaz de alabar a Mary por el trabajo que estaba haciendo, y subrayar los pasos que estaba dando para cambiar su vida positivamente. Los pacientes a menudo tienen dificultad para reconocer sus logros y frecuentemente los identifican en términos que en realidad reflejan un déficit o un fracaso. (“Si, tal vez lo hice esta vez, pero ¡debí de hacerlo desde hace tiempo!”) Es importante que el terapeuta enmarque la experiencia como una falta de entrenamiento más que de inteligencia, fibra moral o lo que sea: el paciente no tenía la habilidad (entrenamiento, opciones, vista panorámica) en aquel entonces, pero está aprendiendo ahora.

Una parte significativa de la terapia en este modelo es que el terapeuta está orientado hacia la acción, en vez de ser primordialmente reflectivo o comprensivo. Es importante que el terapeuta verbalmente premie al paciente por el comportamiento apropiado al hacer declaraciones abiertas de apoyo y remarcando – no en el sentido de ser sus porristas, sino en el de reflejar la realidad del trabajo que ella está haciendo. De esta manera, el paciente sabe cuando ha hecho una “cosa buena”. Ella probablemente no tuvo ese tipo de retroalimentación durante su niñez, así que la necesita y aprecia ahora.

El paso final es habilitar al paciente a expresar el sentimiento y tomar alguna acción para atenderlo.

Después de una discusión considerable, Mary decidió expresar sus sentimientos a su madre y establecer algunos límites en su relación. “Usando el ‘Yo siento…yo quiero’, voy a decirle que me siento muy enojada cuando llama y se queja de mis hermanas y hermanos, y no quiero que haga eso mas”.

Después de algunos esfuerzos tentativos, Mary fue capaz de expresar sus sentimientos a su madre, y de hecho finalizó algunas conversaciones cuando su madre “rompió la regla”. Después de un periodo donde su madre rechazó hablar a Mary del todo (dándole la “ley del hielo”), su madre cambió su comportamiento telefónico. Comenzó a llamarla menos frecuentemente, para alivio de Mary, y las conversaciones fueron más breves, con asuntos a tratar más aceptables. Su madre entonces comenzó a llamar a una de las hermanas de Mary y comenzó a “descargarse” con ella. Como Mary dijo, “Ahora es problema de mi hermana; ¡ella tendrá que aprender a lidiar con eso!”.

A medida que Mary aprende, la gente continúa usando ciertas técnicas interactivas porque funcionan; esta táctica les da lo que quieren. Cuando esas técnicas no funcionan más, la gente deja de usarlas. A medida que Mary estaba dispuesta a escuchar a su madre (la necesidad de la madre), ésta continuaba descargándose en ella. Cuando no funcionó mas – cuando Mary rechazó escucharla (comenzó a respetarse a si misma) y fue capaz de comunicarse en una manera adulta y clara – su madre dejó de descargarse en ella. Mary entonces fue capaz de realizar una modificación en el comportamiento de su madre, al menos en relación con ella.

Así mismo, Mary aprendió que su cuerpo era una herramienta invaluable para indicarle cuando estaba experimentando un sentimiento que requería atención. En vez de referirse a su dolor como el enemigo, Mary se dio cuenta que era una advertencia protectora de alto estrés. Al aprender a atender a su lenguaje corporal y actuar acorde, ella estaba bajo menos estrés y subsecuentemente experimentó menos dolor de cuello.

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