4 de mayo de 2012

Hombre débil, mujer agresiva

 Un padre autoritario o una infancia sin afecto pueden hacer que al elegir pareja las cosas no salgan como deberían. Cuando él busca una madre y ella sólo quiere alguien a quien poder dominar. En una relación de pareja las dos partes tienen debilidades y fortalezas, si bien hay relaciones en las que uno de los miembros asume ser el débil, mientras el otro se manifiesta de forma agresiva y parece el más fuerte. El hombre débil teme dejar un lugar infantil donde se creía omnipotente con su madre.
No ha podido aceptar los límites que el crecimiento adulto impone, ni construir una virilidad que le haga dirigir su deseo hacia otra mujer fuera de la familia. Su posición es de una dependencia excesiva hacia su pareja. Suele encontrar a una mujer que le controla e incluso, a veces, es agresiva con él.
Este tipo de mujer se pelea mucho con esa clase de varón porque lo ve “poco hombre”. No sabe que es ese “poco” de él lo que a ella le permite sentirse fuerte. Y eso le gusta inconscientemente, aunque también le canse. El deseo de someterlo está promovido por la fantasía inconsciente de que el hombre es más que ella. Si logra dominarlo, se demostrará a sí misma lo contrario. En esta combinación de pareja, ella necesita sentirse poderosa para evitar reconocer sus debilidades; él, sentir que lo manejan para no asumir su fuerza como adulto. Él deja a la mujer, en cierta forma, sola; ella lo rechaza aunque necesite controlarle.

Como una madre Luis ha llegado a casa agotado después del trabajo y de pasar por la carnicería para recoger un encargo que había hecho Esther, su mujer. Cuando ella abre el paquete, comienza a protestar y le dice que no es eso lo que ella quería. Añade que es un inútil y que a veces cree que se hace el tonto para hacer cada día menos cosas y conseguir que sea ella la que se ocupe de todo. Luis calla, no se defiende, algo que todavía irrita más a Esther. Finalmente, él da media vuelta y la deja sola, protestando en la cocina. Es habitual que Esther le insulte incluso delante de sus hijos. También lo es que Luis se deje avasallar y después se vaya cabizbajo, dándole la razón a aquellos que le dicen que es un poco calzonazos, porque su mujer siempre le está menospreciando y él encima le sigue la corriente.

No podían sospechar al principio de su relación, cuando se enamoraron apasionadamente, que acabarían así. Aquel amor se fue transformando en un pulso continuo en el que ella ganaba y él se sentía débil e incapaz de defenderse. Después ella se sentía culpable, pero seguía sientiendo rabia hacia él porque no se defendía. Esther cayó en la cuenta de que no estaba casada con un hombre, sino con un niño pequeño, al que era necesario vigilar en todo. “A ratos me conmueve –se dice Ester–. Pero a ratos me irrita y ahí es cuando me pongo violenta. Se le ve tan perdido cuando me ausento que prefiero no abandonarlo por mucho tiempo. Mi vida sería diferente si tratase con un hombre de verdad. No sé la razón, pero los hombres con los que he estado siempre son como niños”.

Lo que no pueden asumir Como el resto de las parejas, Luis y Esther han hecho su elección guiados inconscientemente por su historia emocional. El padre de Esther es autoritario y con frecuencia atacaba a su madre. Esto marcó la vida de Esther, que se asustaba frente a tales escenas y guardaba hacia su padre cierto resentimiento. Sin saberlo, también se hizo cargo del resentimiento que su madre tenía hacia él. En cierta forma, respondía a Luis, su pareja, como le hubiera gustado que hiciera su madre. A ella nunca le pasaría eso. Esther se identificó con su padre, pues inconscientemente prefería la aparente fortaleza de éste, que la debilidad materna.

En cuanto a Luis, que siempre se sintió rechazado por su padre, se identificó más con su madre, y se quedó en una posición infantil, apegado a ella. Su posición pasiva, que él identifica con ser bueno, está dirigida a su padre, como si esperara que comportándose así fuera a ser querido. Luis no quiere crecer. El hombre débil rechaza a la mujer y busca a la madre, una madre poderosa a la que necesita, y se somete a ella. La mujer agresiva rechaza al hombre y busca alguien a quien pueda dominar. Ambos colocan en el otro lo que no pueden asumir en sí mismos.

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