Cuenta una leyenda
náhuatl la historia de un valeroso guerrero y una hermosa doncella
que murió de amor. Un guerrero que fue obligado por el padre de la
joven Iztaccihuatl a ir a la guerra con tal de obtener su visto
bueno para contraer nupcias con su hija.
Tras meses de no obtener
noticias,
Iztaccihuatl recibió a un
mensajero quien le dijo que su amado había muerto en combate.
Víctima de la tristeza la doncella se entregó al llanto,
saliéndosele la vida entre las lágrimas y murió.
Al poco tiempo, el
guerrero regresó y encontró a su amada muerta, lleno de coraje, se
llevó el cuerpo a lo alto de un cerro donde le dio sepultura y
permaneció arrodillado junto a ella, muriendo dando gritos de coraje
Xtque retumbaron por todo el Anáhuac.
Los dioses al contemplarlos
sintieron compasión de ellos, los cubrieron con un abrigo de ramas y
nieve y los convirtieron en montañas.
Una con la silueta de una
joven mujer y el otro un volcán que a cada tiempo sigue ardiendo de
amor en su interior.
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