12 de noviembre de 2012

El maltrato psicológico:Un problema para las mujeres y de nuestra sociedad

Los malos tratos psíquicos representan un fenómeno viejo, lo novedoso es su revelación como problema social.
El maltrato psicológico se basa en comportamientos intencionados, ejecutados desde una posición de poder y encaminados a desvalorizar, producir daño psíquico, destruir la autoestima y reducir la confianza personal. Su padecimiento lleva a la despersonalización, al mismo tiempo que genera dependencia hacia persona que los inflige. El maltratador se vale para ello de insultos, acusaciones, amenazas, críticas destructivas, gritos, manipulaciones, silencios, refunfuños, indiferencias, frialdades y desprecios.




En la esfera de lo privado, aunque los hombres también lo sufren, las mujeres son las víctimas mayoritarias. Se produce asimismo en la relación de los padres con los hijos, en la que se ha detectado un incremento del maltrato de los hijos hacia sus progenitores, consecuencia de una educación cada vez más permisiva y del uso de la violencia, tanto física como mental, en la solución de los conflictos del mundo de los adultos. En el ámbito público, el maltrato psicológico está presente en el mundo laboral, el conocido como “mobbing”, y en el escolar, el llamado “bullying”.
La mujer, la víctima por excelencia
Los malos tratos psicológicos son un fenómeno viejo. Lo que resulta novedoso es su entendimiento como problema social. Los sufren mujeres de todas las edades, grupos sociales y económicos; culturas y países. Su gran incidencia, la gravedad de las secuelas, el alto costo social y económico, y en especial la degradación que produce la violación del derecho de las personas al ser tratadas como tales, y la ignorancia del respeto que merece toda existencia humana los convierten en una cuestión de gran relevancia universal.
…¡y solos que estamos!
El grito silencioso
Estos ataques sutiles, no son tan visibles ni manifiestos como los físicos. De hecho, en muchas ocasiones la propia víctima no es consciente de ellos hasta que sufre una agresión corporal, pero sus consecuencias pueden ser más graves y duraderas con el tiempo.
Las agresiones continuadas, tanto verbales como no verbales (el silencio, la indeferencia, la frialdad, los gestos...), crean una relación siniestra de codependencia entre el maltratador y la víctima. Ambos terminan necesitándose. La víctima porque estando sola siente que no es nadie y el miedo y la angustia la paralizan; y el que maltrata, porque se siente que es alguien a través de la dominación que ejerce. La situación de codependencia es tal que la víctima termina protegiendo y disculpando al maltratador. Recorre hasta ahí un proceso destructivo en el que va perdiendo la confianza en sí misma y la capacidad de respuesta, se va anulando y va interiorizando que de allí no se sale y abandona toda esperanza. Este fenómeno se estudia bajo el nombre del síndrome de Estocolmo.
El síndrome de Estocolmo
Unos ciudadanos suecos fueron, hace unos cuantos años, tomados rehenes por unos terroristas palestinos. A medida que el sitio, levantado por la policía para rescatarlos, se extendía, las víctimas aprendieron a apegarse y aun a “amar” a sus captores, quienes los intimidaban con amenazas de muerte, los maltrataban y aún los agredían físicamente. Al final, cuando fueron rescatados, los rehenes tomaron lados con los captores para protegerlos a ellos contra lo que consideraran “brutalidad policial”.
En resumen
El maltrato psicológico hacia la mujer, corre un curso paralelo al de la historia del machismo universal. Y no será, hasta que las mujeres se emancipen psicológica y financieramente, que los hombres débiles e inadecuados, dejarán de saciar sus apetitos neuróticos en ellas.
Para poder confrontar los ataques y las agresiones inmerecidas que sufren las víctimas del maltrato psicológico, la psicoterapia en manos expertas carece de sustituto.
Ahora exploraremos asuntos que son relacionados, por su correspondencia entre ellos
El castigo, la disciplina, y la relevancia de la Teoría de la Comunicación
Dr. Félix E. F. Larocca

A mediados del siglo XX, un grupo de investigadores descontentos con el status quo, que en ese entonces existiera en el campo de la psicoterapia psicoanalítica; comenzaron a formular nuevos conceptos básicos no sólo para reducir la duración y el costo (a veces enormes) de esta forma de tratamiento, sino para también modificar las teorías existentes, las cuales acataran, de uno u otro modo, los principios del psicoanálisis freudiano.
 
El grupo al cual aquí me refiero, originalmente mantuvo su sede en la prestigiosa Stamford University, la cual se ubica en la ciudad de Palo Alto, California.  El nombre pintoresco de la ciudad definió el grupo.  Por muchos años se les conocía a ellos como The Palo Alto Group (El Grupo de Palo Alto).  Encontrándose entre sus miembros renombrados y famosos: el antropólogo Gregory Bateson, el psiquiatra Donald Jackson, el terapeuta Jay Haley, el psiquiatra Jurgen Rush; y el famoso autor del “best seller” Games People Play, Eric Berne.
 
Para definirse a sí mismos como especialistas ellos adaptaron técnicas aplicadas del psicoanálisis y de la hipnosis, como las que describiera Milton H. Erickson.
 
Para designarse como terapeutas, escogieron el término de ser Analistas de la Comunicación.
 
El factor que caracterizaba los esfuerzos que estos investigadores hicieran, fuera que ellos deseaban demostrar, que los seres humanos poseen un estilo de comunicación entre sí mismos que procede de modo característico; el cual puede estudiarse, y cuyos principios poseen aplicaciones generales, tanto clínicas, como prácticas.
 
Para discernir el alcance de los conocimientos formulados por este grupo, se necesita la familiaridad con algunas nociones básicas:
 
La primera conjetura es que constantemente los seres vivientes están intercambiando mensajes y señales entre sí mismos, aunque no estén conscientes de hacerlo.
 
La segunda es que los mensajes transmitidos y su naturaleza definen una relación entre quienes los envían y quienes los reciben.
 
Y la tercera es, que toda relación está gobernada por reglas que pueden ser estudiadas, analizadas y entendidas.
 
Aquí listamos las componentes principales de esta teoría que, hipotéticamente, existen:
 
Comunicaciones: Son todos aquellos mensajes que continuamente intercambiamos entre nosotros.  De éstas existen dos categorías distintas:
 
  1. Las Comunicaciones Complementarias: Que consisten en las que se transmiten entre personas de diferentes posiciones y áreas de influencia.  Por ejemplo, un profesor enseñando a su clase. Uno ofrece, el otro acoge, uno enseña el otro aprende de ello hablaremos más adelante.
 
  1. Las Comunicaciones Simétricas: Las que forman las matrices de los mensajes que se intercambian entre seres pertenecientes al mismo nivel de relevancia, poder o influencia.  Las que ocurren entre colegas, compañeros, o los alumnos de la clase que se mencionara en el párrafo anterior.
 
Conflicto: Se refiere a tensión desarrollada en las comunicaciones transmitidas entre dos o más personas.  El conflicto existe cuando las comunicaciones indican la presencia de disonancia o discordia, o cuando éstas se atrancan en un impasse o callejón sin salida. El conflicto, como las resistencias en la terapia, son circunstancias normales de la vida o de las relaciones humanas.
 
Maniobra: Se refiere a los movimientos (como en el juego de ajedrez) que efectúan los comunicantes para redefinir, ventajosamente, las características de ciertas conexiones o para resolver los atasques en las comunicaciones.
 
Las Paradojas: Son las estrategias usadas entre comunicantes, de enviar mensajes cuyos significados contradictorios terminan en problemas insolubles, confundiendo al recipiente y de ese modo controlándolo.  La paradoja clásica siendo, decirle a un subordinado: “Yo te ordeno que me desobedezcas” --- Si obedece, desobedece y viceversa.
 
Pues bien, de acuerdo a la obra básica, publicada por Bateson y Rush,  Communication: The Social Matrix of Civilization (Comunicación: La Matriz Social de [la] Civilización); las comunicaciones entre todos los seres humanos están siempre siendo sujetas a los subterfugios y maniobras de los comunicantes que tienden a redefinirlas, creando, a menudo, tensión entre ellos.  También de acuerdo a Bateson y Rush, en su teoría, mucha ansiedad, y aún síntomas de estrés se derivan de los impedimentos levantados en el campo de las comunicaciones por la presencia de paradojas (a menudo) impuestas intencionalmente.
 
Para ilustrar este concepto, retornemos por un instante, al ejemplo, susodicho, del profesor quien enseña a sus alumnos sin ningún problema y sin dificultades. Todo marcha bien. Cuando, de manera inesperada y sin preámbulo, un alumno levanta la mano y pide al profesor, con sarcasmo, no bien disimulado, en su voz, que repita lo que ha estado explicando, porque ostensiblemente lo está haciendo mal (el mensaje aquí siendo, que el profesor no sabe nada de la materia que está enseñando).  Con esta simple maniobra, el alumno está comenzando a menoscabar la autoridad del maestro, y comienza a redefinir su posición de alumno, hasta entonces complementaria, como una simétrica y de importancia igual a la del profesor.  El profesor, atónito por la sorpresa, se disculpa, tose (una meta-comunicación de trágicas posibilidades), se seca la frente (segunda meta-comunicación trágica), y falla, en sus esfuerzos, a explicar donde el “error” reside (ya que nunca lo hubo de todos modos) dejando al discípulo “rebelde” en la posición dominante, reduciéndose él a la de ser subordinado como asimismo lo como lo el resto de la clase.
 
El estudiante rebelde dominó, como ya veremos.
 
De esta manera sutil, el alumno rebelde ha ganado la posición dominante sobre el profesor, y el profesor ha sido disminuido al papel de ser otro alumno subordinado, más.
 
Esa noche, el humillado catedrático va a su casa, se toma más de los vodkas acostumbrados, le dice a la esposa que le duele la cabeza y, cuando se acuesta, no puede conciliar el sueño, evitando, al día siguiente, encontrarse con el alumno que magullara su prestigio.
 
Aplicación
 
En el trato con nuestros hijos, compañeros de trabajo y subalternos, muy a menudo nosotros urdimos paradojas similares, pero evitables, las cuales plantamos, sin reflexionar, como explosivos en campos minados, y que nos sitúan en la posición comprometida del profesor que ya viéramos.
 
¿Qué pudo haber hecho el profesor para no ser humillado? 
 
Pudo haber efectuado algunas maniobras, basados en la Teoría misma de que habláramos.
 
Cuando el “ataque” empezó, el profesor pudo definir la situación enfatizando su posición dominante.  Pudo decirle al discípulo que viniera a la pizarra (le dio una orden) y que explicara en detalle su propio entendimiento del problema y del modo como se estaba elaborando.  Habiendo hecho esa maniobra, él, entonces debió de haber solidificado su posición de persona en autoridad, invitando a la clase, a participar, “asistiendo” al estudiante “rebelde” en su propia equivocación.                                   
                                                                                                     
¿Pero, qué debiese de haber hecho el profesor, si (de veras) él hubiese estado equivocado?  Simplemente, admitir el error, usar un poco de humor (meta-comunicación valiosísima), dar gracias al estudiante rebelde por su interés y continuar la charla, verificando su material didáctico más concienzudamente, para la próxima lección. En otras palabras: no es bueno meter la pata y exponerse gratuita y peligrosamente al escrutinio de otros.
 
Intencionalmente, en este ejemplo, no definí el término meta-comunicación; porque habiéndolo usado tácitamente, yo indiqué, que se refiere a comunicaciones virtuales que impiden o que facilitan las comunicaciones.
 
Para la disciplina con los niños (o con quien sea, ya que no importa), lo que la Teoría nos enseña es que existe un método más elegante y útil para responder a las tensiones interpersonales, que elimina las paradojas y las maniobras que conducen al castigo, a los conflictos, a la discordia, a las reprimendas, a las pérdidas de ventas, oportunidades o a las palizas.
 
La Teoría de la Comunicación es vital para el éxito en todo aspecto de la vida en una especie social como es la nuestra. Quien la comprenda y sepa aplicarla será quien más éxito obtendrá en su existencia.
 
Finalmente, a mí me parecería presuntuoso escribir un artículo acerca de la disciplina como si ésta fuese un tema simple, ya que no lo es.  Lo que, espero haber logrado es estimular la curiosidad del lector para aprender fundaciones teóricas y básicas, acerca de lo que ocupa sus labores cotidianas y para estimular su desarrollo y entendimiento interpersonal. En otras palabras, para aprender más y comunicarse mejor con resultados ventajosos en todo sentido, incluyendo el pecuniario y emocional.
 
Bibliografía
 
  • O'Leary, K.D., Are Women Really More Aggressive Than Men in Intimate Relationships? [Comment on Archer (2000)]. Psychological Bulletin, 2000. 126(5): p. 685-689.
  • Johnson, M.P., Domestic Violence: It’s Not About Gender—Or Is It? Journal of Marriage and Family, 2005. 67, 1126–1130.
  • Hanson Frieze, I., Violence in Close Relationships Development of a Research Area [Comment on Archer (2000)]. Psychological Bulletin, 2000. 126(5), 681-684.
  • Jacquelyn W~ White, et al., Intimate Partner Aggression What Have We Learned? [Comment on Archer (2000)]. Psychological Bulletin, 2000. 126(5), 690-696.
Dr. Félix E. F. Larocca

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