4 de diciembre de 2012

Ebriorexia: bulimia más alcohol

Las personas que padecen ésta nueva enfermedad se caracteriza por tener trastornos alimenticios y consumir alcohol en exceso.

Alcohol, fiestas y delgadez. La ebriorexia salió a la luz de la mano de algunas famosas como Lindsay Lohan o Victoria Beckham. Pero esta patología, lejos de ser algo exclusivo de las divas, también afecta a adolescentes anónimas que suman el alcoholismo a la pesadilla que supone sufrir un trastorno de la alimentación.

El consumo frecuente de bebidas alcohólicas y la obsesión por estar delgada da lugar a un cóctel muy peligroso. Este tipo de conductas recibe el nombre de ebriorexia aunque, según señalan los expertos, no se trata de una enfermedad en sí misma.

“A nadie se le diagnostica de ebriorexia”, expresa Cecilia Caruana, psicóloga de la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia (Adaner). La especialista indica que suelen darse casos de bulimia nerviosa que cursan con episodios de alcoholismo.

La ebriorexia tiene una relación más estrecha con la bulimia que con la anorexia. La Asociación Americana de Psicología sostiene que quienes padecen anorexia tienden a ser perfeccionistas, mientras que las personas con bulimia son, a menudo, impulsivas.

Diferencias entre anorexia y bulimia

Caruana explica que la principal diferencia entre anorexia y bulimia radica en el control. “En la anorexia hay mucha más fuerza de voluntad. Esta enfermedad está llena de inhibiciones y carece del lado social que tiene la bulimia”, aclara.

Las personas bulímicas, sin embargo, comen en exceso o tienen “episodios regulares de ingestión excesiva de alimento”. Después utilizan distintos métodos para evitar el aumento de peso tales como vomitar o consumir laxantes, destaca el sitio web “medlineplus”, un servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.

“Intentar tenerlo todo ya es más propio de conductas bulímicas”, precisa Caruana. Quienes padecen ebriorexia suelen “salir hasta las tantas, comer, beber, fumar y no privarse de nada. Luego llega la frustración y vomitan” comenta la psicóloga.

Por el contrario, dejar de comer para compensar las calorías que se ingieren con el alcohol parece menos asequible. “Es complicado aguantar aaí. Cualquier persona que se pone a beber sin haber comido nada dura muy poco en pie”, apunta.

Signos de alarma

El signo más evidente de los trastornos de la alimentación es la pérdida de peso. Pero en el caso de la ebriorexia puede haber también otras señales que den la voz de alarma.

Para detectar esta patología, la psicóloga recomienda a los padres que tengan en cuenta si su hija llega muy tarde por las noches, se levanta con mal aspecto, se muestra irascible y sufre un deterioro en otros aspectos de la vida, como los estudios o las relaciones familiares.

La especialista aconseja tener cuidado y diferenciar los comportamientos que pueden formar parte del desarrollo normal de un adolescente, de las conductas que rozan lo patológico.

El papel de la familia es, asimismo, fundamental en la prevención de la ebriorexia. “Aquellas que no fijan unos límites claros y las que, por el contrario, son excesivamente rígidas tienen más probabilidades de que se les cuele esta patología”, señala la experta.

Por otro lado, la psicóloga hace hincapié en la importancia que la intolerancia a la frustración tiene en la ebriorexia. “El hecho de querer conseguirlo todo de manera inmediata y sin esfuerzo forma parte de estas patologías”, aclara.

Pero la prevención también pasa por el colegio. “Consiste en educar a los alumnos en hábitos saludables y en enseñarlos a ser críticos con los valores sociales. Todo esto ayuda a que una persona pueda poner una barrera entre ella misma y el mundo de fuera”, concluye la especialista.

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