9 de abril de 2013

El síndrome del nido vacío

 ¿Qué es?
El síndrome del nido vacío es la dificultad para asumir la marcha de los hijos de casa. Es ley de vida que los hijos se independicen, se casen, se vayan a vivir solos: marchen a trabajar a otra ciudad, pero esto puede producir en sus padres síntomas depresivos de tristeza o vacío personal.

Este síndrome afecta, en mayor número, a madres que han dedicado toda su vida en exclusividad a sus hijos y han considerado la maternidad y la crianza como su única razón de ser.

El síndrome se somatiza de diversas formas; los que lo padecen se deprimen, lloran o hasta pueden entrar en una crisis emocional de vacío existencial. Cuando los hijos se van de casa, estas madres se quedan vacías, sin motivación para vivir, sin saber qué hacer o con mucho tiempo sin saber en qué ocuparlo.

¿A qué se debe el vacío?
Son madres que posiblemente se han realizado con la maternidad y con la educación de sus hijos, sacrificándose por ellos y sus maridos, descuidando muchas veces sus propias necesidades personales, su autoestima, sus hobbies, motivaciones y realización personal.

Muchas veces, están tan inmersas en el trabajo en casa, en la gestión familiar y atención al marido e hijos que no piensan en si mismas. En definitiva, lo que les sucede cuando se van sus hijos es que dejan de sentirse importantes.

Otras situaciones que complican el síndrome
Cuando los hijos se van de casa, normalmente, las madres tienen entre 50 y 60 años. Esto significa que puede coincidir con otros factores que agraven el síndrome del nido vacío:
- La menopausia provoca una serie de procesos y cambios fisiológicos, endocrinos, anatómicos y psicosexuales. En muchos casos, puede estar asociada a un síndrome climatérico que puede suceder a dos de cada tres mujeres, con el resultado de síntomas de irritabilidad, desánimo, ansiedad, nerviosismo, diferentes niveles de excitación o modificaciones sexuales, sufocaciones, sudoraciones, insomnio, etc.
- Llegado el momento de la jubilación, el marido pasa más tiempo en casa, a veces ayudando en las tareas domésticas. Esto significa un cambio de roles, ya que la mujer no será la única que haga el trabajo en casa y este cambio no siempre será aceptado con gratitud.
- A esta sedades, además, pueden aparecer enfermedades crónicas o las habituales molestias de espalda, dolor de huesos, presión descompensada…
- Muchas veces, cuando se tiene que cuidar a los hijos, la relación de pareja se descuida. Así, se camuflan problemas conyugales más graves, como las prácticas sexuales insatisfactorias o compartir de forma desigual los bienes. Y ahora, al irse los hijos, todos estos problemas afloran en la relación, deteriorándola.

La solución: buscar un nuevo concepto de vida
Para construir un nuevo concepto de vida, es necesario ver la familia como un ser vivo; la vida es dinámica, atraviesa diferentes etapas y sufre crisis normales. En este contexto, la emancipación de los hijos es una etapa más a asumir y empeñarse en negar este hecho es martirizarse.

Será un nuevo episodio vital que al principio causará extrañeza, vacío, soledad y silencio, pero no se le debe quitar importancia, ya que necesita respuestas prácticas y positivas.

En relaciones de pareja equilibradas, el nido vacío puede ser una expectativa esperada, ya que representa un período de mayor libertad, ideal para descargarse de responsabilidades emocionales y económicas. Además, es un buen momento para llenar la vida de buenas expectativas.

¿Cómo llenar el vacío interior?
Existen muchas maneras de llenar el vacío interior producido por la marcha de los hijos. Se deben tener en cuenta los aspectos positivos que se han acabado y los nuevos que empiezan.

La primera cuestión a considerar es el aumento de espacio propio y la disposición de más tiempo para los quehaceres personales. La economía también mejora. Es un buen momento para potenciar la relación de pareja: mimar al otro, dialogar más, aumentar las relaciones sexuales, salir, viajar, etc.

En todo momento, se debe tener claro que si existe dolor, éste se debe sacar fuera. En el caso de duelo, éste se debe vivir en su totalidad, con el fin de que quede el menor número de secuelas posibles.

Asimismo, también es recomendable ocupar el tiempo libre con actividades gratificantes como practicar algún deporte, un hobby, quedar con los amigos, ir de compras, cocinar, ir a clases de costura, hacer yoga, etc.

En definitiva, se debe intentar que el tiempo disponible no se pase pensando en los hijos que se han ido, así, tener la mente ocupada será la solución para superar el síndrome.

Finalmente, si el síndrome no se supera, nos queda pensar que, probablemente, pronto se tendrán nietos y volverá a llenarse el nido.



Ferran Martínez
Psicólogo de ISEP Clínic Castelló

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