Las víctimas que son golpeadas, insultadas,
despreciadas y burladas no se defienden, creen que para poder ser apreciadas,
tienen que en adición a perdonar y aceptar infidelidades deben ser dulces, no
demandar, reclamar o retar y mucho menos pelear, pues no es correcto según su
acondicionamiento ni virtud, según lo que han aprendido. Entran en un estado de
negación y disociación total con la realidad, tal que terminan creando su propio
mundo. No se dan cuenta de que han entrado en un estado mental de total
disociación con sus necesidades emocionales, su persona y derechos inhalienables
humanos; peor aún piensan que si alzan la voz, se defienden y hasta pelean es
por causa de la profunda maldad que ellas creen que existe en ellas; por el alto
sentido de culpa que las caracteriza, se sienten completamente inseguras y sería
casi intolerable, para ellas, el luchar y pelear por sus propios derechos, pues
el terror las invade. Por lo cual muchas terminan defendiendo a su agresor,
mintiendo para encubrirle, para poder protegerle y retirar los cargos. Algunas
llegan al extremo de proyectarse, atribuyéndole a su pareja las características
propias de personalidad que ella desearía que su pareja valorase en
ella.
¿A qué se debe ésto?
Porque no ven escapatoria, salida, sienten que no existen alternativas, por la incertidumbre e inseguridad que les caracteriza, por temor a sentirse culpables, por temor a las represalias de su agresor, por temor a ser despreciadas aún más, por la ilusión de conseguir el amor y agradecimiento de quien le humilla, la trata mal y hasta desprecia. Porque son personas que han aprendido y están convencidas de que el sufrimiento que viven por no ser tratadas bien es tolerable; sin embargo, el herir o hacer sufrir a otra persona es intolerable y completamente inaceptable. Por lo tanto, por razón de su consciencia, optan siempre por sacrificarse. La víctima no se percata de que está siendo maltratada y mucho menos del daño emocional y psicológico que el maltrato le está causando; piensa que no habrán consecuencias mayores, ignora que los daños pueden afectarle de por vida, está inconsciente del peligro en el que está poniendo toda su vida.
Porque no ven escapatoria, salida, sienten que no existen alternativas, por la incertidumbre e inseguridad que les caracteriza, por temor a sentirse culpables, por temor a las represalias de su agresor, por temor a ser despreciadas aún más, por la ilusión de conseguir el amor y agradecimiento de quien le humilla, la trata mal y hasta desprecia. Porque son personas que han aprendido y están convencidas de que el sufrimiento que viven por no ser tratadas bien es tolerable; sin embargo, el herir o hacer sufrir a otra persona es intolerable y completamente inaceptable. Por lo tanto, por razón de su consciencia, optan siempre por sacrificarse. La víctima no se percata de que está siendo maltratada y mucho menos del daño emocional y psicológico que el maltrato le está causando; piensa que no habrán consecuencias mayores, ignora que los daños pueden afectarle de por vida, está inconsciente del peligro en el que está poniendo toda su vida.
La víctima entra en un patrón de maltrato del cual
es muy difícil salir. Es una repetición frecuente, intencionada, destructiva e
invisible por parte del agresor, que cuando ve a la víctima al punto de darse
por vencida, la trata bien por un tiempo para mantenerle, porque la necesita
para continuar nutriendo su ego. Aquí se desarrolla lo que se conoce como el
‘Ciclo del Maltrato’, una de las dos teorías que la Dra. Lenore E. Walker
utiliza para explicar el “Síndrome
de la Mujer Maltratada“. Dra. Walker es considerada la psicóloga
norteamericana más prominente en los Estados Unidos, experta en el estudio de
casos de mujeres maltratadas.
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