
¿Qué instrumentista no recuerda su primer vínculo con la música? Ya sea esa guitarra obtenida de segunda mano… Ese violín económico comprado en algún pequeño establecimiento… O si corrimos con suerte, hasta esa viola adquirida en la casa de música de más renombre…
Hubiese cual hubiese sido su procedencia, su precio, o su calidad… Ese instrumento deja de ser maderas, barniz, pegamento y cuerdas para convertirse en un compañero, un amigo… Y si nos ponemos cursis, un hermano, o un hijo…
Y verdaderamente desde el primer contacto con ellos, experimentamos emociones que en conjunto sentimos con muy pocas personas… Alegría, ira, frustración, decepción, pasión, deleite, placer, euforia, tristeza, cariño… amor…
Imágen y texto: Pedro Gömez R
No hay comentarios.:
Publicar un comentario