4 de noviembre de 2012

Ansiedad y estrés laboral: síndrome de burnout

Dr. Rogers A. Pezoa Patiño.

El aumento del estrés laboral en general puede generar el síndrome de burnout, el cual constituye un problema de salud mental y es conocido como un conjunto de signos y síntomas de desgaste emocional.
Este síndrome aparece cuando fracasan los mecanismos compensatorios de adaptación ante situaciones laborales con un estrés sostenido. En su desarrollo intervienen factores ambientales, culturales y personales. Entre los factores ambientales se ha observado que profesionistas de la salud, trabajadores del sector servicios (policías) y docentes, son los que presentan una mayor prevalencia.
Entre los factores culturales se propone la concepción subjetiva de la cultura y los aspectos sociales y económicos de las personas. Asimismo, la falta de apoyo en el trabajo, la escasez de personal que produce sobrecarga laboral y el tipo de turnos. Entre los factores individuales se ha considerado los rasgos de personalidad, la efectividad, el optimismo y la autoestima.
El síndrome se detecta en el 7.5% de las personas antes de los 5 años de ejercicio profesional o laboral, y en el 25% antes de los 10 años de desempeño, constituyéndose en un problema de salud pública.
Entre las manifestaciones clínicas más frecuentes de tipo psicosomático se hallan: fatiga crónica, dolor de cabeza, alteración del sueño, baja de peso, gastritis y dolor muscular. Se señalan entre las manifestaciones conductuales: ausentismo laboral, abuso de sustancias (café, alcohol, tabaco, psicofármacos), aumento de conductas violentas, relaciones humanas superficiales y comportamiento de alto riesgo.
Entre las alteraciones emocionales: aburrimiento y actitud cínica, distanciamiento afectivo, impaciencia e irritabilidad, sentimiento de omnipotencia, dificultad para la concentración, depresión y/o ansiedad y conflictos con el grupo familiar.
A nivel biológico se producen cambios, tales como aumento de la presión arterial, de los niveles de colesterol y triglicéridos, así como del riesgo de enfermedades coronarias, además de respuesta autoinmune deficiente, colitis y alteraciones en el apetito y el ciclo de sueño vigilia.
Este síndrome puede ser tratado con medicamentos (psicofármacos: antidepresivos, en especial con inhibidores de la recaptación de serotonina; ansiolíticos e inductores del sueño), según sea el estadío clínico o las manifestaciones que presente la persona. A la vez se recomienda el cambio o modificación del ambiente laboral.
Lo más importante es la prevención. Se ha sugerido un estilo de vida saludable, el cual puede resumirse en el acróstico ADELANTE, el cual significa:
A: Agua natural, en una cantidad de 10 a 13 vasos diario.
D: Descanso, sueño adecuado de 6 a 8 horas diarias, en horario fijo.
E: Ejercicio aeróbico, de 5 a 7 veces en la semana, no competitivo, con una duración de 30 a 60 minutos.
L: Luz solar, exponerse de acuerdo con el color de piel de 5 a 20 minutos, antes de las 9 de la mañana y después de la 17 hrs.
A: Aire, cuidar la circulación de aire natural en la casa y de una adecuada ventilación del dormitorio.
N: Nutrición adecuada, balanceada, control de calorías, moderada y variable. Uso de verduras, frutas, tubérculos y leguminosas.
T: Temperancia, uso moderado y equilibrado de todo aquello que se considera adecuado para el ser humano.
E: Esperanza en lo superior, a través de una práctica adecuada de la espiritualidad por encima de la religiosidad.

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