LA CORONA DE ADVIENTO
La tradición de la corona de Adviento es parte de una
larga tradición Católica, pero se cree que se inició en Alemania antes de la
época cristiana, porque existen evidencias de que las gentes utilizaban coronas
con velas encendidas, durante los días fríos del mes de diciembre. Esto lo
hacían como símbolo de esperanza para los venideros días cálidos de la
primavera. Luego, en la Edad Media, los cristianos adaptaron esta tradición de
la corona de Adviento, como parte de su preparación espiritual para la Navidad.
La simbología envuelta en la corona
de Adviento es muy interesante:
1. Está hecha de diferentes hojas perennes para significar que la vida
continúa. Inclusive las hojas tienen distintos significados dependiendo del
árbol utilizado:
o
Las hojas de laurel
simbolizan la victoria sobre la persecución y el sufrimiento.
o
Las hojas de pinos
representan la inmortalidad.
o
Las hojas de cedro
significan la fuerza y la curación.
2. La corona es de forma de círculo, que no tiene
principio ni fin, para representar la eternidad de Dios. También todo tipo de
decoración, tal como: piñones y nueces significan la eternidad de Dios.
3. En general, la corona de Adviento representa la
inmortalidad de nuestra alma, la vida nueva y eterna que nos dio Cristo, con su
victoria sobre el pecado y a través de su propia pasión, muerte y resurrección.
4. Las cuatro velas representan las cuatro semanas
de Adviento:
o
Una tradición es
que cada semana representa mil años, para sumar los 4.000 años que pasaron
desde Adán y Eva hasta el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
o
Tres velas son de
color púrpura y una es de color rosada. Las velas púrpuras simbolizan la
oración, penitencia y los sacrificios de preparación y las buenas obras
realizadas durante este tiempo. La vela rosada se enciende el tercer domingo,
llamado también Domingo de Gaudete. Es el domingo de regocijo, porque los
fieles han llegado a la mitad del Adviento.
o
La iluminación
progresiva de las velas simboliza la esperanza que rodea a nuestro Señor, la
primera venida al mundo y la anticipación de su segunda venida a juzgar a los
vivos y a los muertos.
En nuestro círculo familiar podemos
hacer uso de esta tradición de la siguiente manera:
Primer Domingo: 30
de noviembre La vigilancia en espera de la
venida del Señor. Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación
son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo
llegará el momento". Es importante que, como familia nos
hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad;
¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como
resultado deberemos buscar el perdón de
quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el
Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar.
Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas
con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los
vecinos, etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad
parroquial, encenderemos la primera vela de la Corona de Adviento, color
morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.
Segundo Domingo: 7
de diciembre
La conversión, nota predominante de la predicación de Juan
Bautista. Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con
la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué mejor
manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la
semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como
siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que
nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado.
Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del
proceso de conversión que estamos viviendo.
Tercer Domingo: 14
de diciembre
El testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y
ayudando al prójimo. Coincide este domingo con la celebración de la Virgen
de Guadalupe, y
precisamente la liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María,
que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar
y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a
su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: "Quién soy yo
para que la madre de mi Señor venga a verme?
Sabemos que María está siempre acompañando a sus
hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir esta tercer semana de
Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó. Te
proponemos que fomentes la devoción a María, rezando el Rosario en familia, uno
de los elementos de las tradicionales posadas. Encendemos como signo de espera gozosa, la tercer vela,
color rosa, de la Corona de Adviento.
Cuarto Domingo: 21
de diciembre
El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a
María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la
disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos
invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo
que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y
con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como
familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana
celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse
en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones,
las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color morada, de la
Corona de Adviento.
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