30 de marzo de 2015

TDAH: El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, conocido por sus siglas TDAH, es una de las alteraciones más frecuentes entre los niños. Las estadísticas apuntan que alrededor del 3% de los niños menores de 7 años y que cerca del 5% de los niños en edad en edad escolar padecen este trastorno.
No obstante, se debe aclarar que aunque en los últimos años se han diagnosticado más casos, eso no significa que sea un trastorno reciente. De hecho, la primera referencia científica fue realizada por H. Hoffman y data de mediados del siglo XIX.
Por aquel entonces autores como Bourneville, Demoor y Still ya describían los principalessíntomas del TDAH, interesados por la constante intranquilidad motora, la dificultad atencional, la actitud destructiva y las alteraciones escolares que presentaban algunos de estos niños.
Sin embargo, no fue hasta décadas más tarde que se comenzó a arrojar luz sobre sus causas. En 1962 se empezó a hacer referencia al sufrimiento perinatal, a disfunciones tronco-encefálicas y a otras lesiones funcionales a nivel de sistema nervioso.
Finalmente, en 1970 la Asociación Americana de Psiquiatría y la Organización Mundial de la Salud publicaron sus respectivos Manuales Diagnósticos y Estadísticos de los Trastornos Mentales e incluyeron el TDAH, que a partir de este momento substituiría el término con el que se conocía antiguamente: “disfunción cerebral mínima”.

¿Cuáles son las causas del TDAH?

En la actualidad la mayoría de los investigadores coinciden en que el TDAH es una alteración neurobiológica compleja que se desarrolla a partir de la conjugación de varios factores. Uno de ellos es la predisposición genética, que se piensa sea responsable de alrededor del 76% de los casos de TDAH infantil. De hecho, el factor genético es una de las causas más directas del TDAH pues los niños que tienen antecedentes genéticos de este trastorno tienen 5 veces más probabilidades de desarrollarlo.
Asimismo, estudios realizados en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan en Estados Unidos han comprobado que las alteraciones funcionales del cerebro, como algunas lesiones frontales o una conexión neural interna más lenta, también pueden ser una causa del trastorno. También se conoce que el consumo de sustancias tóxicas durante el embarazo, así como un entorno familiar violento o estresante y una dieta infantil rica en azúcares y grasas pueden desencadenar o agudizar los síntomas del TDAH.

¿Cuáles son los síntomas principales?

Por lo general, reconocer a un niño con TDAH no es difícil pues casi siempre le delata su comportamiento inquieto, acompañado de una conducta motora intensa que no le permite mantenerse tranquilo durante mucho tiempo. De hecho, suelen tener problemas para mantenerse concentrados en una misma actividad durante largos periodos de tiempo por lo que se distraen y cambian de tarea, dejando inconcluso lo que estaban haciendo.
También se caracterizan por dar respuestas precipitadas, incluso, antes de que terminen de formularle la pregunta. Además, suelen tener dificultades para esperar su turno en clase o en una fila y, aunque tienen una inteligencia normal o incluso superior a la media, presentan un bajo rendimiento escolar ya que no prestan atención en las clases.
Cuando el TDAH no recibe tratamiento, los síntomas pueden empeorar y el niño puede mostrarse desobediente y problemático. No acata las órdenes y a los padres les resulta cada vez más difícil lidiar con esa situación, por lo que el clima familiar termina resintiéndose.

El tratamiento del TDAH

No existe una cura definitiva para el TDAH pero hay diferentes opciones para mantener sus síntomas bajo control. Lo más usual es recurrir a la terapia farmacológica y el tratamientoconductista y, aunque ambos pueden ser eficaces por separado, la mejor alternativa es conjugarlos.
El tratamiento farmacológico se basa en el uso de dos tipos esenciales de fármacos: los estimulantes como el metilfenidato y los no estimulantes como la guanfacina y la atomoxetina. El psiquiatra valorará la dosis y el medicamento más adecuado para cada caso.
Por otra parte, el tratamiento conductista se dirige a controlar la conducta del niño, por lo que también incluye sesiones de entrenamiento para los padres. La terapia directa con el pequeño está dirigida, fundamentalmente, a enseñarle habilidades sociales, ayudarle a resolver problemas, a distinguir los estímulos que lo distraen y a mejorar su concentración en clases y en las actividades de la vida cotidiana.

Etapa Infantil

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