11 de mayo de 2013

Mitos comunes sobre el Trastorno de Personalidad Límite. Parte 1 de 2.

La manipulación no es la razón del comportamiento de los TLP.
La razón es el intenso dolor emocional que están tratando de aliviar de cualquier forma.
Debido a la desinformación y la exposición negativa e inexacta del Trastorno Límite de Personalidad principalmente en los medios de comunicación, es importante aclarar algunos de los mitos más comunes y problemáticos sobre el TLP. Por lo anterior, lo que sigue es una lista de los siete mitos más comunes y omnipresentes acerca del Trastorno y de las personas que lo padecen, así como los hechos sobre este padecimiento que contradicen estos mitos.
Mito 1: Personas con TLP son manipuladoras y siempre están tratando de llamar la atención.
Este es uno de los mitos más comunes sobre el TLP. De hecho, este mito es tan común que se encuentra no sólo en los medios de comunicación, sino también en la literatura clínica, académica y de investigación. Sin duda, cualquier persona que ha estado en una relación con una persona con TLP, ya sea un familiar, amigo o pareja, puede comprender el origen de este mito. Para las demás personas, pareciera como si el enfermo con TLP estuviera tratando de manipularlos deliberadamente. La verdad es que, a pesar de que la manipulación es consecuencia de una persona con comportamiento de TLP, la manipulación no es la razón del comportamiento. La razón del por qué lo hacen, es por el intenso dolor emocional que están tratando de aliviar de cualquier forma. Mientras que los síntomas del paciente con TLP pueden arruinar y hacer estragos en las relaciones, esa no es la intención del comportamiento.
Mito 2. Personas con TLP son individuos violentos, con un alto riesgo de dañar a otros.
Esto simplemente no es cierto. A pesar de la forma en que a menudo son retratados los pacientes con TLP, en las pantallas grandes y pequeñas, las personas Borderline, por lo general no son violentos y el riesgo de que lastimen a otras personas realmente es muy bajo. De hecho, muchas personas con TLP harían todo lo posible para evitar herir a otros en cualquier forma, sacrificar sus propias necesidades y tratar de hacer feliz a los demás. Frecuentemente, las personas con TLP tienen miedo de estar solos y desean desesperadamente aferrarse a sus relaciones; por lo tanto, a menudo se salen del camino para cuidar a los demás. Sin duda no querrán hacer nada que pueda causar que alguien los deje o los rechace. La mayoría de los investigadores están de acuerdo en que las personas con TLP, es mucho más probable que se lastimen a sí mismos a que lastimen a otras personas.
Mito 3. El Trastorno de Personalidad Límite es una sentencia de vida.
Hasta hace varios años, la gente pensaba que el TLP era incurable, y que una vez que se diagnosticaba el trastorno se tenía que vivir con él para toda la vida. De hecho, esta es una de las razones del por qué algunos médicos se negaban a diagnosticar a los pacientes con TLP, ya que temían que los pacientes se sintieran apesadumbrados con el diagnóstico y que fueran juzgados como intratables. Ahora sabemos que esto no es cierto y que el TLP realmente tiene un muy buen pronóstico. De hecho, las investigaciones recientes sugieren que las personas tienen más probabilidades de recuperarse del TLP que del Trastorno Bipolar. Esto es probablemente debido a un mayor conocimiento acerca del TLP, así como mejorías en los tratamientos de este trastorno. El mensaje clave es que hay suficiente esperanza para las personas diagnosticadas con Trastorno de Personalidad Límite, ya que la mayoría de los pacientes con un tratamiento adecuado logran recuperarse de este trastorno y desarrollan una vida funcional que desean vivir.
Mito 4. El TLP es intratable.
Este mito está relacionado con el anterior y es interesante saber el por qué se desarrolló. Antes de que se contara con el nivel de conocimiento que ahora se tiene sobre el Trastorno de Personalidad Límite, muchos profesionales de la salud mental tenían muchas dificultades para tratar a las personas con TLP al observar que sus tratamientos no funcionaban. Por lo tanto, decidieron que el TLP era una enfermedad no tratable. Esta era una actitud totalmente errónea. Es como cuando uno decide ir al gimnasio por primera vez e intenta en vano levantar una pesa de 100 kgs. y a continuación, concluye que no es capaz de levantar 100 kgs. de peso. Una secuencia similar de eventos ocurrió con respecto a los tratamientos para el TLP. Ahora se sabe que los tratamientos anteriores no eran efectivos. No eran especializados, ni estaban basados en un buen entendimientos de las causas del trastorno; simplemente no funcionaban y no era culpa del paciente o del Trastorno. Sin embargo, por el hecho de que los tratamientos anteriores no funcionaran, no significa que el TLP no pueda ser tratado.

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