Las conductas autolíticas o autolesiones se refieren a aquellos comportamientos (por ejemplo: cortes o sobreingesta de medicamentos) que se llevan a cabo con la finalidad de hacerse daño. Hay diferentes razones por las que las personas se hacen daño a sí mismas, a veces como consecuencia de emociones o pensamientos negativos, o porque quieren que su vida cambie de alguna manera. Si bien las razones por las que la gente se hace daño y la gravedad de estas conductas varían, las conductas autolíticas son siempre un problema serio, puesto que tienen consecuencias negativas para el futuro.
Hay muchas razones por las que hacerse daño tiene consecuencias negativas. Por un lado, se causa un daño irreparable al cuerpo y, por otro, aumenta la probabilidad de tener estas conductas con más frecuencia, así como el riesgo de suicidio.
Los jóvenes que se hacen daño en general no lo comentan con nadie, es común que se sientan solos y que no busquen ayuda. Si puedes confiar en tus padres, profesores o algún otro adulto es probable que ellos puedan ayudarte y que puedas comprender mejor cuál es la razón de este comportamiento. Por ejemplo, algunos jóvenes que se hacen daño están bajo acoso escolar (bullying), tienen problemas en casa, mucha presión a nivel académico u otros problemas que pueden ser afrontados con la ayuda de otros. Si comentas esto con tu médico de atención primaria, también podría ayudarte derivándote a un psicólogo o psiquiatra para que puedas comentar estos problemas. El primer paso para reducir el riesgo de hacerse daño es hablar de esto con alguien en quien confíes y que pueda ayudarte.
Si alguien cercano a ti está teniendo estas conductas, es importante hablar de esto abiertamente para intentar entender cuáles son las dificultades que tiene esa persona. Es importante que no te comprometas a mantener en secreto estas conductas, ya que es importante obtener ayuda de profesionales. Si tienes un amigo en esta situación aquí hay algunas cosas que puedes hacer:
- Puedes preguntarle si se sentiría cómodo hablando de ello con alguno de sus padres, profesores, médicos o con un psicólogo.
- Puedes ofrecerte para acompañarlo en el momento en que hable con esta persona.
- Si piensas que esta persona está en riesgo, debes considerar hablar con un adulto de tu confianza, aún cuando el/ella te pida no hacerlo.
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