El Día de la Candelaria se conmemora el 2 de febrero de cada año. Es una celebración que tiene su origen con las costumbres que se vivían cuando nació Jesús y las que hemos desarrollado a través de los años, como la partida de la tradicional rosca de reyes.
En la época en que Jesús nació, se acostumbraba que las madres y los niños permanecieran encerrados en su casa durante 41 días, para que la madre pudiera reponerse y purificarse.
Llegada esa fecha los niños eran llevados al templo, junto con una ofrenda que podía ser un cordero, palomas, flores o tórtolas y eran presentados ante los sacerdotes.
Cuenta San Lucas en su evangelio, que cuando María y su recién nacido hijo Jesús entraron al templo, el sabio Simeón, lo tomó en sus brazos y lo bendijo diciendo que -él sería la luz que iluminaría a los gentiles y que sería la gloria de Israel-.
De ahí viene que el 2 de febrero, 41 días después del nacimiento de Jesús, se festeje el día de la Candelaria. El nombre le viene de las "candelas o velas" que representan la luz de Cristo, proclamada por Simeón.
Pero esto no termina ahí, ¿recuerdas que el 6 de enero la familia y los amigos se reunieron para partir una deliciosa rosca que en su interior tenía uno o más "niñitos" y alguien al encontrarlo en su rebanada, comentó ¡A mí me tocan los tamales!?
Pues bien, el "niño" estaba oculto porque representa al niño Jesús cuando se "escondió de los soldados que querían matarlo", y la persona que lo encontró en su sabrosa rebanada, se conviertió en su "padrino o madrina", lo que quiere decir que adquiere el compromiso de cuidarlo y representarlo, pero también de hacer una cena con deliciosos tamales, el 2 de febrero.
Pero, la tradición de los "niños dioses" va mucho más allá, que recordar el hecho histórico y ofrecer tamales a los invitados. Muchas familias visten elegantemente niños dioses que han pertenecido a sus familias durante muchas generaciones y el 2 de febrero los llevan a la iglesia para que el sacerdote los bendiga.
El niño, es vestido a todo lujo, depositado en una canasta con flores o sentado en un trono y después de la misa de bendición, se reúne con los familiares y amigos para celebrar el acontecimiento con tamales y un espumoso y calientito atole.
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