Se escriben con la intención explícita de mofarse de alguna persona famosa o de algún acontecimiento político o cultural.
Considerada la calavera como una composición poética en algunas instancias donde celebran concursos de calaveras piden que los versos se presenten en cuartetas y versos octosílabos, pero no siempre exigen esos requisitos.
Las calaveras son versos festivos que, en la víspera del Día de Muertos y durante éste, suelen repetirse o componerse en forma de epitafio, satirizando los defectos o las virtudes en forma de vicios de los personajes vivos, si bien presentados como ya difuntos.
Lo usual en estas composiciones es que sean ligeras o muy irreverentes, sin consideración a la jerarquía social o a la importancia política de los personajes representados. La costumbre tiene sus orígenes en la época colonial y se encuentra relacionada, vía España, con ciertas expresiones de religiosidad de la alta Edad Media, como la Danza Macabra o Danza de la Muerte. Se enriquece en estas tierras con elementos prehispánicos.
A los dibujos caricaturescos, descarnados, huesudos, cadavéricos que suelen acompañar a estos versos, se les denomina también "calaveras". En la época novohispana, las calaveras se hallan casi por antonomasia vinculadas a la madre Matiana, a la que se atribuían profecías y epitafios que se transmitían oralmente.
Por lo que se sabe, Matiana era natural de Tepozotlán, y era llamada Madre Matiana o del Espíritu Santo cuando realmente no era monja; jamás profesó. De hecho entró en el Convento de San Jerónimo para servir de criada a una religiosa que sufría de demencia.
Su santidad estaba fuera de dudas pasaba las noches enteras en oración. Incluso se decía que hacía milagros y avisaba sucesos futuros, lo que muchos teólogos no tendrían por indicio de santidad, antes bien de tácita o expresa invocación diabólica.
La censura colonial prohibió la libre circulación de las calaveras en las gacetas y otros medios impresos, por considerarlas irreverentes. No sería sino hasta el siglo XIX que las calaveras empezaron a circular de nueva cuenta impresas. Las más antiguas aparecieron en 1849 en el periódico "El Socialista", que editaba en Guadalajara, Jalisco el médico italiano José Indelicato.
En la actualidad, las calaveras literarias sólo son versos satíricos que se dirigen entre sí, familiares, amigos o compañeros de trabajo, son creadas por el pueblo para burlarse en vida de los políticos ladrones, los funcionarios corruptos y de la propia muerte. Existen muchos concursos de calaveras, en los que los participantes dan rienda suelta a su imaginación, pero se alejan del sentido literario de las calaveras.
La celebración del Día de Muertos tiene múltiples manifestaciones artesanales como las ofrendas, las calaveras de azúcar y los entierros hechos con papel, palos de madera y garbanzos y, por supuesto, expresiones artísticas, entre las que podemos mencionar los grabados de José Guadalupe Posada y las calaveras literarias.
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