- Casi un 6% de los alumnos españoles han vivido en sus propias carnes el “Bullying”
- El 90% son testigos de una conducta de este tipo en su entorno,
- El 30% han participado en alguna ocasión ya sea como víctima o como agresor.
- Entre el 25 y el 30% de los estudiantes de primer ciclo de ESO afirma haber sido víctima alguna vez de agresiones
- El 5,6% es actor o paciente de una intimidación sistemática
- El 34.6% de los alumnos reconoce que no pediríaconsejo a su profesor en caso de encontrarse en una situación de violencia
- Sólo 1 de cada 3 de los que lo sufren son capaces de denunciarlo (33%)
- El 37% cree que no devolver los golpes les convierte en cobardes.
- El 40% de los pacientes psiquiátricos fue víctima de un «matón» en el colegio.
- Detener el acoso antes de que comience: Sobre todo debemos hablar con nuestros hijos sobre el acoso escolar. Es posible que a estas edades nuestros hijos tengan problemas para comprender los signos sociales, e ignoren el daño que pueden hacer. Tenemos que recordarles que intimidar a otros puede acarrear consecuencias de índole jurídica.
- Una casa “libre de acosadores”: Los niños imitan las formas de comportamiento que adoptan sus padres. Estar expuesto a un comportamiento agresivo o a un entorno demasiado estricto en casa hace que el niño tenga más propensión al acoso escolar. Los padres/tutores debemos dar ejemplos positivos en nuestra forma de relacionarnos con otras personas y, naturalmente, con nuestros hijos.
- Detectar problemas de autoestima: A menudo, los niños con problemas de autoestima acosan a otros para sentirse bien consigo mismos. Incluso los niños que gozan de cierta popularidad y aceptación pueden tener tendencias crueles. Los padres debemos evitar y castigar el comportamiento cruel de nuestros hijos.
“Hay que hacer una gran llamada a los chicos, decirles: ’No seáis cobardes’. Hay que montar grupos no para machacar, sino para defender”.“En el momento en el que el niño habla, la historia se rompe. El acosador se siente desenmascarado. Y eso hay que enseñarlo desde la infancia”, concluye la misma maestra, “los críos tienen que distinguir lo que es ser un chivato y lo que no. El chivato es el que dice: ’Pepito ha sacado el tamagotchi’. Pero pedir ayuda es denunciar que alguien te está insultando o decir que a Pepito le quitan el estuche o la mochila y le están amargando la existencia”.
- Ropa desgarrada,
- Temor a ir a la escuela,
- Disminución del apetito,
- Pesadillas, llanto o depresión
- Ansiedad general.
Enseñar a nuestro hijo a hacer frente al acoso: Mientras no se pueda tomar alguna medida a nivel administrativo, debemos enseñarle a hacer frente a la intimidación sin exponerse a ser maltratado físicamente ni derrotado en una pelea. Una buena forma para ello es practicar en casa para que nuestro hijo aprenda a ignorar al acosador y/o crear estrategias enérgicas a fin de manejar la situación. También podemos ayudarle en la identificación de maestros y amigos que pudieran ayudarlo en caso de ser víctima de intimidación.
Establezcer los límites con respecto a la tecnología:
- Mantengámonos informados, tanto nosotros como nuestros hijos, sobre el ciberbullyng, debemos enseñarles que no deben responder mensajes amenazadores, ni tampoco reenviarlos.
- Es recomendable que nos hagamos “amigos” de nuestro hijo o hija en las redes sociales: Facebook, Tuenti, twitter, Myspace … etc.
- Existen filtros para que no puedan abrir determinadas páginas, o acceder a determinados sitios, es muy recomendable usarlos.
- Igualmente debemos intentar que sea el ordenador familiar el único que usen nuestros hijos, colocándolo en un sitio de la casa donde esté visible y pueda ser supervisado.
- Si decidimos que nuestro hijo tenga un teléfono móvil, sería bueno comunicarle que vamos a supervisar sus mensajes de texto. Como padres, podemos insistir en que todos los teléfonos se guarden en un área donde todos tengan acceso (como la cocina) a determinada hora de la noche, para impedir el acoso nocturno y los mensajes inadecuados.
Los padres debemos comunicar cualquier caso de intimidación a la escuela, y darle seguimiento por medio de una carta con copia al Director/a del colegio si vemos que no obtenemos respuesta. También debemos facilitar a la policía si vemos que existen mensajes amenazadores y guardar las evidencias de los mensajes de texto, de correo electrónico, o los comentarios escritos en los sitios web.
Informar de los casos de acoso personal y cibernético:
Es importante que los estudiantes informen a un padre o a un adulto de confianza sobre cualquier caso de intimidación. Con frecuencia, los niños no cuentan los casos de acoso por internet o móvil porque temen que sus padres les impidan usar el teléfono o el ordenador. Los padres deben respaldar a sus hijos si éstos les informan de un caso de intimidación, y no impedirles que usen el teléfono como consecuencia de esa situación. Los niños deben recordar que el acoso escolar es incorrecto, y que debe ser resuelto por un adulto.
Estar siempre acompañado:
Siempre que sea posible, evita que ocurran situaciones en sitios donde no haya otros estudiantes o maestros. Trata de ir al baño con un amigo o almorzar en grupo. Cuando subas en el autobús escolar, siéntate cerca de la parte delantera. Si conoces a algún estudiante que acostumbra a acosar a otros en un área de la escuela donde sueles caminar, almorzar o ir a clases, trata de usar pasillos alternativos para llegar a tu destino.
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