Inestabilidad en el estado de ánimo, la identidad, la autoimagen y la conducta interpersonal. Algunos los denominan "niños grandes" que no quieren crecer. En general este tipo de pacientes responde a los siguientes esquemas cognitivos:
Son muy inseguros de si mismos. Tienen una mala autoimagen.
Tienden a abandonarse en exceso.
Nada puede compensarles su gran vacío interior. Manifiestan casi obsesivamente deseos por una gran variedad de objetos. Una vez conseguidos ya están buscando otro nuevo objetivo a lograr.
Son muy dependientes de las personas con las que conviven.
La posibilidad de sufrir un abandono real o imaginario de las personas de las que dependen, o de enfrentarse a responsabilidades importantes, les puede crear situaciones de extrema tensión y violencia.
Están en un casi constante estado de ansiedad.
Dificultad para el estudio y la concentración.
En ocasiones su cólera domina su conducta.
Descontrol en la alimentación. Anorexia y/o Bulimia.
Abuso del alcohol, drogas, etc.
No pueden controlar sus sentimientos y emociones. Pasan de estados eufóricos a depresivos en cuestión de minutos .
No suelen cumplir sus compromisos. Abandonan terapias, estudios, trabajos, etc.
Son terriblemente receptivos y tienen una gran capacidad para la manipulación. En general culpan de todos sus problemas a las personas con las que conviven.
Degradan o ensalzan a las personas muy rápidamente.
Algunas veces sufren crisis de pánico.
Algunos tienen una gran dificultad para retener los mensajes verbales o escritos que acaban de recibir. "Parece que no nos escuchan"....
En muchos casos estos enfermos han tenido muchos problemas en su niñez. Hiperactividad, agresividad, etc. Su educación y relación social y familiar ha sido muy problemática. No han podido recibir un diagnóstico claro, hasta que coincidiendo con un cambio hormonal el síndrome TLP se ha manifestado en toda su magnitud.
En muchos casos hay antecedentes familiares por parte de alguno o ambos padres, con problemas mentales, drogas o alcoholismo.
Ante situaciones extremas a veces buscan el suicidio. El 10% de los que lo intentan, lo consiguen.
Todo ello origina un gran desconcierto al comprobar que los métodos educativos normales no funcionan. Nuestros esfuerzos por explicarles su situación o la realidad en que viven, parece no ser escuchado.
La convivencia con estos enfermos es una constante lucha de poderes para intentar llevarles por el camino de la normalidad. Es muy difícil conseguirlo y el fracaso familiar se manifiesta de muchas formas. (Separaciones, depresiones, etc). Realmente la vida cambia para toda la familia.
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