Nos sorprenderíamos de descubrir la gran cantidad de mujeres que conocemos y que
están sufriendo algún tipo de maltrato por parte de sus parejas, aún sin nosotras ni
sospecharlo.
El maltrato nace sigilosamente, casi sin darnos cuenta, y a cualquier mujer puede
sucederle.
Suele comenzar con algo pequeño, por parte de un buen hombre que simplemente
está teniendo un mal día y por eso sentimos que hay que dejarlo pasar por alto…
una daga tu traición.
sacarte de mi vida para siempre.
Tal vez alguna vez hayas sido víctima de maltrato físico o emocional y te has
encontrado entre la espada y la pared, con el dolor acuestas, la vergüenza tóxica y
miles de preguntas sin respuestas. Sin saber a dónde ir, a quién contarle, en quien
confiar; buscando esa persona que te preste una escucha efectiva y activa; sin que
elabore juicios sobre la situación. Ellos pretenden ayudar, pero entre sus críticas
y maldiciones generan más
daño a lo vivido.
El maltrato comienza en una relación a partir de la falta de respeto
que uno o ambos se disipan; por supuesto que no es una “causa que lo justifica”,
pero si es un motivo que lo alienta.
Generalmente en las discusiones, los gritos, los insultos y los desplantes se va
sembrando
el terreno para un futuro maltrato.
Denomino maltrato a todo “trato o forma de vincularse el otro conmigo que no es
conforme a mi escala de valores o principios”.
Muchas veces es algo que sucede al inicio de la relación, y lo dejamos pasar como
un descuido, algo como un grito inapropiado, un portazo, un acuerdo roto… y lo
excusamos pensando que es por la presión del trabajo o el ritmo acelerado de la vida.
Conforme sigue pasando el tiempo aparecen otros “síntomas” de que algo no está
funcionando bien; ahora lo miramos con cierto asombro, es evidente que la relación
está padeciendo un virus; y ese virus condiciona la comunicación. Quizás en alguna
fiesta, unas copas de más, y al regresar, “gritos”, “reclamos”, “ reproches”, “algún
objeto que se arroja”, “un empujón”… no debemos dejar pasar esto por alto,
sin embargo, los momentos románticos, los buenos recuerdos, las caricias, los
proyectos, tienen un peso particular cuando empezamos a fantasear con la idea de
poner un límite. Tras varias situaciones incómodas como estas, acaba llegando la
violencia física o la agresión psicológica, se vuelve algo común y no hay vuelta
atrás.
En este lapso de tiempo hemos elegido mirar hacia otro lado, negar lo que estaba
sucediendo, evadir, y hasta medicar los conflictos con pensamientos positivos,
optimistas “ya va a cambiar”, “me va a pedir perdón”, “se va arrepentir”,
“todos pasamos por malos momentos”.
Incluso las creencias que sostenemos respecto de lo que deber ser una pareja también
nos ponen en riesgo, muchas veces creemos que “las mujeres tenemos que entender
ciertas debilidades masculinas”, o que “el amor es más fuerte”.
Si bien es cierto que “el amor es más fuerte”, ese amor debe ser el amor propio.
Piensa, ¿por qué deberías aceptar que otra persona te haga sufrir? Puede suceder que
de golpe que te hieran, que llegue en forma inesperada “ese grito, la mentira o una
bofetada”, la primera vez es casi imperceptible, luego todo depende de tu manera de
canalizar lo que ha sucedido.A veces la gente suele pedir segundas oportunidades,
pero ¿estás preparada de corazón para ofrecerla? No te aproveches de ese
“borrón y cuenta nueva” para conjurar tus heridas y sed de venganza.
No es bueno para ti. Y si alguna vez, has sentido sentimientos tóxicos contra tu agresor,
no te envuelvas en culpas; es natural y sano, reaccionar de esa forma ante quién nos
maltrata, humilla, hiere; lo anti-natural es aceptar que esa violencia forma parte del Amor.
No te confundas: el amor no daña, no lastima, no atormenta; es una emoción básica
del ser humano, un eterno estado de paz y equilibrio. Sin embargo conocemos más de
los dedos de las manos de parejas que cotidianamente hablan otro lenguaje
diferente al amor, y hacen todo en nombre del Amor.
Cuando nos relacionamos con ese otro, lo hacemos desde “quienes somos” y
“desde lo que tenemos”, si en nosotras hay incontables frustraciones, dolor,
carencias, resentimientos; trasladamos en nuestras parejas todo esa carga que nos
pertenece, puesto que somos un mundo en contacto con otro mundo y de ese
encuentro surge el lazo.
Por eso es fundamental antes de iniciar una pareja, saber quiénes somos
y qué queremos para la vida. Muchas mujeres con autoestima desequilibrada,
aceptan la agresión de sus hombres conforme a la idea de que ellas no
merecen cosas buenas o que no son lo suficientemente valiosas para
que esa persona las trate con cariño.
No hay ninguna razón válida para que tú dejes que otro te dañe.
Las personas que nos rodean tienen concepciones diferentes acerca del
amor, la pareja, y la convivencia, y es aceptable, todos somos observadores
únicos de la vida; comprender esto no implica “aceptar” para tu vida y
proyectos “golpes, manipulación, gritos, insultos”.
Tú eres valiosa, y la única persona que tiene la autoridad para asignarse
un valor. Tú eres tu mejor joyero, y tú eres a la vez la piedra preciosa
más apreciable que existe.
Chuchi González.
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