En el transcurso de la historia y como consecuencia del post modernismo y la globalización, entre otros, el hombre va quedando socialmente aislado perdiéndose los sentidos de pertenencia y comunidad.
Paralelamente en la actualidad por el contrario, podemos rescatar la cooperación y la solidaridad como fenómenos que dan cuenta de una necesidad de retorno a la búsqueda de unión y cooperación, distintivos y necesarios como característicamente humanos.
Objetivamente la soledad total no existe, entendiendo por esto que la persona nunca se encuentra totalmente aislado o incomunicado.
No obstante hay momentos en la vida en los cuales uno se encuentra solo.
En los albores de la juventud, en circunstancia de ir abandonando la infancia en ese sentimiento de que alrededor no hay nada, que el vacío que circunscribe al cuerpo es abismal a veces solo suele encontrase una mano de un par con quien llorar el terror. Crisis, decisiones personales y diferenciaciones con los otros ubican, también, al borde de esos abismos en que la mano salvadora que se encuentra solo suele ser la convicción de que esto es un estado pasajero que se a elegido pasar para poder avanzar mejor en la vida. Cuando se deja de compartir las vivencias, afecto, forma de ver el mundo la angustia por las pérdidas es el mejor parangón que se tiene para saber que se ha sentido en los momentos del nacimiento en donde arrojados a un mundo desconocido y hostil nada se sabe de que se trata ni que vendrá, sabiendo que no se es arrojado sino que es una decisión de nacer hacia algo nuevo por que el mundo anterior ya queda chico y asfixiante es que se vuelve a caminar, y en esta ocasión actual por los propios medios.
Como adultos estamos solos en lo que compete a la responsabilidad de nuestras vidas.
Siguiendo con la denominación anterior podemos mencionar soledades parciales tales como: de pareja, laboral, de amigos, de nido vacío, de lugares de pertenencia etc.
Ahora bien, esto nos lleva indefectiblemente a la pregunta sobre si ello seria sentirse solo o estar solo y como reaccionamos frente a esto.
Muchas veces, en el afán de no estar solos llenamos los espacios de actividades y de gente lo que no necesariamente redunda en dejar de sentir soledad, el reencuentro con ella entoces suele ser más patético.
Otras veces la invasión de reclamos hacia los otros llevan a empeorar la situación por el rechazo que esto suscita.
También puede suceder que se está acompañado físicamente mediante vínculos sufrientes o por lo menos no gratificantes.
Es importante realizar un llamado a la reflexión sobre la posibilidad de disfrutar de determinados momentos de soledad.
Resulta apropiado señalar que hay instancias de cambios y cuestionamientos externos y/o internos, en los cuales se está solo y sentirse así es adecuado.
Todo esto nos hace cuestionar el termino soledad como algo estrictamente negativo.
El flexibilizar nuestra mirada nos permite ahondar en nuestras creencias a los fines de considerar que podemos contar o encontrar a alguien que nos acompañe y que si bien no siempre encontramos satisfacción en algo o alguien en particular, siempre podemos hacer algo con esto.
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