La compañia de las mascotas suele ser enriquecedora para los niños y sana para los ancianos. La interacción o la mera presencia de perros, gatos y peces ornamentales influyen positivamente sobre la ansiedad, la hipertensión y las enfermedades coronarias según Friedmann.
El profesor Aaron Katcher, de la Universisad de Pensylvania, señala que hay estudios que indican que la prescencia de animales puede reducir el estrés, ya que el diálogo con ellos, que combina la presencia de animales puede reducir el estrés, ya que el diálogo con ellos, que combina las palabras con las caricias, eleva la presión arterial mucho menos que si el interlocutor fuera una persona.
Los dueños de perros adquieren un sentimiento de mayor estima en sí mismos.
La Dra. Laurel Redefer que ha efectuado una terapia de niños autistas con la ayuda de animales de compañía, indica que estos producen un poderoso estímulo sensorial en los enfermos con inhibiciones graves, los cuales reaccionan con lo que se puede tocar y se mueve. En el Reino Unido existen 5,400 perros domésticados para terapias, que visitan periódicamente centros sanitarios donde se atiende a enfermos mentales o terminales, para mejorar su calidad de vida y salud psicológica.
Sam Ahmedzai, director del hospital británico de Leicester, tiene un aviario donde los periquitos distraen a los enfermos incurables y observa que producen placer a sus pacientes.
Los animales domésticos desarrollan la sensibilidad de los niños, les crean hábitos de servicio y responsabilidad y fomentan su evolución hacia la edad adulta, además de mejorar la relación con las personas, según los especialistas.
También tienen un efecto saludable en la depresión de los ancianos al romper su vacío de actividad y suplir sus carencias afectivas traspasando la barrera de su soledad y encerramiento.
Los animales tienen un efecto humanizador en las personas al acompañarlas y brindarles un afecto incondicional y transmitirles mecanismos liberadores a través de su lenguaje no verbal.
Además las mascotas mejoran la salud en general por el simple hecho de aumentar la duración de los paseos de sus dueños. A veces, incluso ocupan el lugar de una descendencia que una pareja pospone o se convierten en hijos adoptivos de personas mayores. A menudo hacen reaccionar a las personas que no responden habitualmente a las conversaciones de un especialista.
Recopilado de MAGAZZINE, suplemento especial del Periódico Reforma
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