Estrés deriva del griego STRINGERE, que significa provocar tensión.
Hans Selye (1907-1982) decía que el Estrés "es la respuesta no específica del organismo a toda demanda que se le haga" donde diferentes cambios interdependientes entre si, forman en conjunto un síndrome bien definido, al que denominó Síndrome General de Adaptación. (S.G.A.) (1936). De esta manera desde el punto de vista biomédico, puede pensarse al estrés como una respuesta adaptativa (sistema endocrino, sistema nervioso central, sistema respiratorio, etc.) a estímulos externos e internos. Pero en la expresión popular se utiliza como estrés a un estado general de agotamiento. El diccionario enciclopédico Salvat, (Barcelona 1955) define a la palabra estrés como proveniente del inglés stress. Y lo define como "estado general de tensión en que se halla un organismo amenazado de ser alterado perturbado en su equilibrio psicobiológico por la acción de agentes o condiciones ambientales (psicológicas, sociales, físicas, etc.)". Y es en este sentido amplio, en que se dice que una persona esta estresada.
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El manual de diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV) no considera al estrés como un trastorno diferenciado, sólo especifica cuando se trata de estrés postraumático o el trastorno por estrés agudo, y en ambos casos se considera que la persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático.
Desde una lectura psicoanalítica, tampoco se considera al estrés como una entidad clínica. En todo caso al hablar de estrés se refiere a una descripción fenomenológica del comportamiento cotidiano. Lo que comúnmente se considera estrés remite a la expresión subjetiva del afecto, y al posicionamiento frente a los síntomas, las inhibiciones y la angustia. En todo caso la mención del estrés, y de que sea mencionado dentro del listado de la psicopatología responde más a una cuestión popular y de uso generalizado que a una rigurosidad teórica. Aunque el motivo principal de la difusión de esta denominación se debe a la fácil y rápida utilización del término desde el discurso médico.
Cabe aclarar que las posturas de mayor difusión del término estrés se realizan desde una lectura cognitiva, donde aparece como la expresión de una mala adaptación a situaciones estresantes graves o continuadas, en la que existe una interferencia con los mecanismos de adaptación normal y que por lo tanto llevan a un deterioro del rendimiento social. Se lo puede considerar un trastorno de adaptación, el cual puede contribuir a la aparición de otros trastornos, aunque cabe aclarar que el estrés no es un factor ni necesario ni suficiente, para explicar la aparición y forma de diferentes trastornos. Influyen la vulnerabilidad y la capacidad de adaptación individuales, como se deduce del hecho de que no todas las personas expuestas a un estrés excepcional presentan este trastorno. Los síntomas tienen una gran variabilidad, pero lo más característico es que entre ellos se incluya, en un período inicial, un estado de "embotamiento" con alguna reducción del campo de la conciencia, estrechamiento de la atención, incapacidad para asimilar estímulos y desorientación. A este estado puede suceder, unas veces un grado mayor de alejamiento de la circunstancia o bien una agitación e hiperactividad (reacción de lucha o de huida). Por lo general están presentes también los signos vegetativos de las crisis de pánico (taquicardia, sudoración y rubor). Los síntomas suelen aparecer a los pocos minutos de la presentación del acontecimiento o estímulo estresante y desaparecen en dos o tres días (a menudo en el curso de pocas horas). Puede existir amnesia completa o parcial del episodio episodio estresante. Casi siempre se trata de una aparición leve, pero cabe enumerar maneras moderada y grave, el estrés post-traumático, el estrés agudo (como respuesta a un estrés físico o psicológico excepcional como ser una experiencia traumática devastadora tales como catástrofes naturales, accidentes, batallas, robos, violaciones). Cuando la aparición del estrés se manifiesta como una respuesta tardía o diferida a un acontecimiento, se habla de estrés post-traumático, donde se manifiestan episodios reiterados de volver a vivenciar el trauma en forma de reviviscencias o sueños, y actitudes de evitación de actividades y situaciones evocadoras de la situación generadora o traumática. Por lo general hay un estado de hiperactividad vegetativa con hipervigilancia, un incremento de la reacción de sobresalto e insomnio. Son raras las ideaciones suicidas. El comienzo sigue al trauma con un período de latencia cuya duración varía desde unas pocas semanas hasta los seis meses.
El estrés es una respuesta automática del organismo ante situaciones que exigen mayor esfuerzo de lo ordinario, o en las que puede suceder algo peligroso, nocivo o desagradable.
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