Por naturaleza, las mujeres generalmente tienen necesidades instintivas de criar y brindar amor y cariño a sus hijos. La satisfacción de estas necesidades es natural y saludable. El abuso emocional ocurre cuando, en otras palabras, la madre trata de llenar esas necesidades suyas que normalmente hubiesen sido llenadas durante su niñez y adolescencia.
Considerar la diferencia entre las necesidades emocionales de un niño, las de un adolescentes y las de un adulto puede ser de ayuda.
Un niño tiene la necesidad de sentirse amado. Un niño tiene la necesidad de sentirse seguro. Un niño tiene la necesidad de sentirse aprobado.
Un adolescente tiene la necesidad de sentirse independiente y en control de sí mismo y de su ambiente.
Los dos, niños y adolescentes, tienen una necesidad de sentirse aceptados y respetados. Ambos, niños y adolescentes, necesitan sentirse apreciados y valorados.
Para que las especies sobrevivan, las necesidades emocionales de los adultos deben complementar las de las hijos. Por ejemplo, mientras el niño necesita sentirse amado, seguro, a salvo y protegido, los adultos deben necesitar ser cariñosos, seguros y protectivos. Mientras el niño necesita sentirse respetado y aceptado, los adultos necesitan sentirse respetuosos y dispuestos a aceptar. Mientras el niño necesita sentirse apreciado, el adulto necesita sentirse apreciativo del regalo que la naturaleza le dio : "su hijo".
Si la madre no se sintió adecuadamente amada, segura, protegida, apreciada, valorada, aceptada y respetada antes de tener un hijo, ella tratará de usar al niño (y luego al adolescente) para llenar esas necesidades. Si ella no se sintió adecuadamente en control de su propia vida cuando era niña y adolescente, se puede esperar que ella trate de controlar a su hijo o hija como compensación. Esta es una receta para el abuso emocional.
Para cubrir esas necesidades insatisfechas de respeto, una madre podría tratar de demandarles a sus hijas a que la respeten. Para cubrir sus necesidades insatisfechas de sentirse amada, la madre podría tratar de manipular a su hijo para que haga lo que ella considera actos de amor. Para cubrir esas necesidades insatisfechas de sentirse apreciada, la madre podría tratar de malcriar a su hija o podría recordarle constantemente todas las cosas y todos los sacrificios que hace por ella.
Las madres son particularmente expertas para manipular emocionalmente. Son habilidosas al usar a sus hijos e hijas para satisfacer las necesidades emocionales de su niñez y adolescencia. Este arreglo no funciona. Es imposible que un hijo o una hija cubra las necesidades emocionales insatisfechas de los padres durante su infancia y adolescencia. Un niño o un adolescente no puede ser la persona que satisfaga las necesidades de alguien mas cuando ellos tienen sus propias necesidades. Este es un claro ejemplo de roles invertidos, y sus consecuencias son muy serias.
Un niño en esta situación se siente abrumado, enfrentando una carga imposible, y aún así trata de hacer lo mejor que puede para hacer lo imposible. El niño se sentirá incapaz cuando fracasa al no poder hacer lo imposible. Para cuando el niño sea un adolescente, él se sentirá no solo incapaz pero también exhausto y vacío. Se sentirá inseguro y con miedo al fracaso, a la desaprobación, al rechazo y al abandono. El mensaje implícito, si no explícito, siempre ha sido "si no satisfaces las necesidades de Mamá, ella te rechazará o te abandonará".
El adolescente también habrá aprendido que es imposible hacer feliz a la madre. No importa lo que el adolescente haya hecho para tratar de hacerla feliz, nunca es suficiente. Entonces el adolescente empieza a sentirse como un fracasado, como lo contrario de alguien exitoso. Esto destruye su autoestima.
Esto, brevemente, es el peligro de las madres emocionalmente necesitada, y por lo tanto, emocionalmente abusiva.
Características Generales de una Madre Emocionalmente Abusiva
Hace que el niño o adolescente se sienta responsable de los sentimientos de la madre.
Los amenaza en general.
Los amenaza específicamente con rechazo o abandono.
Los amenaza con consecuencias vagas.
Usa la fuerza.
Invalida los sentimientos de los hijos.
Los hace sentir culpables, sin que lo merezcan.
Los culpa, sin que lo merezcan.
Domina las conversaciones.
Se rehúsa a disculparse.
Siempre necesita tener la última palabra.
Juzga o rechaza a los amigos de los hijos.
Deja a sus hijos afuera de la casa.
Usa castigos y recompensas para manipularlos y controlarlos.
Invade su privacidad.
Los subestima.
No muestra confianza en ellos.
Los "etiqueta".
Los critica.
No les habla.
No les da explicaciones reales.Da excusas como "porque está mal", "porque es inapropiado" o "porque es un pecado".
Les pega cachetadas.
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