Aunque "La Carambada" fue un personaje real que habitó la ciudad a mediados del siglo XIX, muchas leyendas se han fraguado a su alrededor. Algunas de ellas, sin duda las más sonadas y más enigmáticas son las que se relatan a continuación. Para conocer más a detalle los pormenores de esta leyenda, es necesario hacer una pequeña introducción.
Leonarda Emilia (nombre real de "La Carambada") fue originaria de un pueblito de indios cercano a esta ciudad, llamado "La Punta". En los tiempos del imperio de Fernando Maximiliano de Habsburgo, Leonarda se enamoró de un militar imperialista, y al ser tomado prisionero su amado, acudió a todas las autoridades, incluidos Benito Zenea, en aquel entonces gobernador de Querétaro, y Don Benito Juárez, presidente de la República, para solicitar el perdón para su amado. Ante la negativa, juró venganza. Fue así como se hizo bandolera.
La fama de "La Carambada" trascendió por su agilidad para el manejo de la pistola, el machete e incluso para cabalgar. Sin embargo, se dice que tuvo contacto con una yerbera que le enseñó los efectos de la veintiunilla, una yerba cuyos efectos son la muerte de la persona que la toma justo 21 días después de ingerirla.
Nunca ha sido confirmado, pero lo cierto es que "La Carambada" tuvo un contacto con Don Benito Zenea veintiún días antes de su muerte. Asimismo, también Don Benito Juárez tuvo ese contacto con Leonarda, y murió a los 21 días de este encuentro. La causa de la muerte de ambos fue angina de pecho, pero se dice que fue así como "La Carambada" culminó su venganza.
Una noche, Vicente Otero, junto con un grupo de rurales, salió con objeto de aprehender a Leonarda, encontrándola por la hacienda de la Capilla, camino de Celaya. Inmediatamente Otero abrió fuego sobre ella y sus compañeros, resultando herida de cinco balazos "La Carambada" y logrando atrapar a dos de sus compañeros. El cuerpo de Leonarda fue conducido al hospital para hacerle la autopsia.
Al día siguiente se descubrió que todavía tenía vida, y reanimándola, Leonarda pidió un sacerdote, a quien le confesó toda su historia, muriendo dos días después de haber recibido cinco balazos, hecho que causó una gran sensación en la ciudad.
OLIVERIA DEL POZO “LA CARAMBADA”.
Siendo una de las damas de compañía de Carlota de Hasburgo, esposa de Maximiliano de Hasburgo, era una mujer profundamente enamorada de un francés de nombre José Joaquín, lugarteniente del emperador.
A la caída del Imperio y posterior al fusilamiento de Maximiliano, José Joaquín es apresado y fusilado por el ejército liberal, por lo que Oliveira juró vengar su muerte y desde ese momento se dedicó a robar y repartir el botín con los pobres de la ciudad de Querétaro y sus alrededores, teniendo como guarida principal las grutas de los socavones, ubicados actualmente en la cabecera municipal del Marqués, uno de los municipios que forman parte de la actual zona metropolitana de Querétaro.
Dentro de algunos de los actos vandálicos y formando parte de su venganza, dio muerte al entonces gobernador de Querétaro, lo que causó que las fuerzas del orden dieran implacable persecución a su persona.
Ante tal acoso, decide continuar su venganza y huye a la ciudad de México donde gracias a su belleza y seductora presencia logra conocer a Guillermo Prieto, quien la invita a una elegante recepción en la casa de Sebastián Lerdo de Tejada, presidente entonces de la Suprema Corte y sucesor de la presidencia en caso de falta del presidente.
Durante el transcurso de la recepción es presentada ante el Presidente Benito Juárez, quien al estar saludando a los demás invitados deja su copa en una mesa, momento que es aprovechado por “La Carambada” para vertir dos gotas de “veintiunilla” en la champaña.
Testigo del momento Sebastián Lerdo de Tejada, “amigo” de Benito Juárez, simplemente devuelve una sonrisa a Oliveria, quien con este asesinato le abría las puertas de la presidencia.
Benito Juárez falleciera veintiún días después, de ahí el nombre del veneno “veintiunilla”, que a decir de la gente que sabe de esto presenta la misma sintomatología de una angina de pecho, mal que le fuera diagnosticado y por el que oficialmente se declaró muerto a Juárez.
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