"Aquel que no puede perdonar a otros destruye el mismo puente por el que debe cruzar, pues todo hombre tiene la necesidad de ser perdonado"
Lord Herbert
Siempre es momento para hablar del perdón y la reconciliación. Sin embargo, hoy es más apremiante y necesario para los mexicanos.
El tema del perdón y la reconciliación es ante todo y por definición, un mínimo ejercicio de espera ante el asalto constante e inesperado de la rabia.
En Stanford, Fred Luskin desarrolló un "Proyecto de perdón", como una condición esencial para el bienestar físico y emocional. En Harvard se desarrollaron proyectos para promover la cultura del perdón y la reconciliación a través de la resolución de conflictos. Me parece que en general, puedo decir lo mismo que he dicho en otras ocasiones al hablar de los sentimientos negativos: primero reconocerlos, después expresarlos, luego transformarlos.
Luskin en su libro "Perdonar es sanar" plantea una propuesta interesante: una metodología del perdón, que aporta un camino concreto sobre algunas cosas que podemos hacer cuando nos enfrentamos a nuestros rencores, deseos de venganza, frustraciones, tristeza, por lo que no funcionó en nuestras vidas, pérdidas irreparables, injusticias, etc.
El primer método para aprender a perdonas se llama TREP (terapia para reforzar emociones positivas) que comienza respirando profundamente durante algunos minutos (cinco por lo menos), pensar en alguien que nos ama, en algo bueno de nuestra vida, volver a respirar, hasta sentirse listo para enfrentar una situación dolorosa, pasada o presente.
El segundo método se llama SANAR y sirve para superar eventos específicos que vuelven a la memoria una y otra vez, constando de los siguientes pasos:
Formulación de esperanza: enunciar en positivo lo que se ha vuelto doloroso, por ejemplo: "yo esperaba que esta relación funcionara" (si decimos: yo quería que esta relación funcionara o yo quería que él no me engañara, seguimos atrapados en el terreno de lo que no puede ser y al seguirlo queriendo, sigue siendo doloroso).
Tratar de cambiar lo que no se puede cambiar es la raíz del rencor. El rencor nos mantiene impotentes y aferrados a las personas y a las situaciones que nos lastiman. Podemos desperdiciar años en el intento.
Concentrarse en perdonar lo específico: ¿exáctamente cuál fue la ofensa y cómo afectó los sentimientos propios?, ¿ qué es exáctamente lo que queríamos cuando ocurrió el problema?. Habría que definir de manera muy precisa qué fue lo que nos pasó, qué nos dolió, qué estábamos esperando de una situación o de una persona, que terminamos sintiéndonos ofendidos y decepcionados. Somos seres interpretantes. A veces las ofensas, son sólo nuestra interpretación de eventos o acciones que no necesariamente son ofensivas o tuvieron la intención de lastimar. Pero incluso cuando el dolo o la agresión recibida es evidente e incuestionable, es necesario tener claro qué fue lo que se nos rompió por dentro, para poder empezar a reparar el daño.
Enseñanza: el control que poseemos sobre los demás, sobre las cosas que ocurren y sobre nosotros mismos es limitado. No necesariamente obtendremos lo que deseamos. La vida no siempre funciona como se ha planeado.
¿Qué es lo imperdonable? Es sólo una construcción personal y a veces cultural de algo específico que le pasa a cada persona. No existe LO IMPERDONABLE de forma universal. En estricto sentido, todo puede ser trascendido, porque todo podría no ser como esperábamos o deseábamos.
Luskin utiliza la metáfora del control remoto: podemos cambiarle de canal a la tele. En lugar de ver todas nuestras películas tristes y de terror, podemos cambiar a un canal donde haya belleza, paz y esperanza, enfocando nuestra mente y nuestro corazón en el amor que sí recibimos y hemos dado, en los eventos extraordinarios de nuestra vida. A veces sólo vemos el canal en donde fui un niño abandonado, maltratado, fui una mujer a quien su pareja le fue infiel, siempre me han rechazado en todas partes, etc. Seguramente hay otros canales de nuestra vida que podríamos elegir.
Un ejemplo de enseñanza podría decir más o menos así: "Acepto que muchas relaciones amorosas no funcionan". Es absolutamente entendible sentirse triste ante las esperanzas que se rompen, que nos enseñan que la vida a veces no es como queremos.
Reafirmación y largo plazo
Reafirmar es recordar las metas de la vida que hemos dejado de lado por pensar en experiencias dolorosas. Es posible crecer, aprender una lección a partir de las experiencias dolorosas. Y el largo plazo implica comprometerse a vivir plenamente la vida escogida.
Podemos y seguramente tendremos recaídas de rencor y de dolor. Podríamos permitirnos en esos casos rumiar el rencor y el dolor por un periodo corto del día y después, continuar con nuestro compromiso interno, personal e intransferible, de seguir viviendo nuestra vida hacia delante y no hacia atrás.
Enseñanza: el control que poseemos sobre los demás, sobre las cosas que ocurren y sobre nosotros mismos es limitado. No necesariamente obtendremos lo que deseamos. La vida no siempre funciona como se ha planeado.
Vale Villa psicoterapeuta
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