La mujer maltratada, vive situaciones emocionales perturbadoras:
Perdida de la autoestima.
Ansiedad de la marcha que conlleva la responsabilidad del fracaso familiar y, en la mayoría de los casos, hacerse cargo de los hijos.
Presiones del medio, que la culpabiliza por su posición de víctima y por el fracaso conyugal, por ejemplo, las amistades presionan para que le abandone, mientras que la madre para que le aguante.
Consecuencias económicas de una marcha.
Ineficiencia de apoyos jurídicos para protegerla y el temor permanente a ser agredida de nuevo por la pareja que sigue persiguiéndola.
Estos son algunos de los aspectos que se viven en una situación de agresión, otros son:
Malestar, incomodidad.
Tristeza.
Vergüenza.
Retraimiento, repliegue sobre sí misma.
Reticencia al intercambio de opiniones, de experiencias, por ejm. en la entrevista.
Tendencia a desvalorizarse y culpabilizarse.
Somatizaciones diversas: depresión, insomnio, consumo exagerado de medicamentos, alcoholismo, problemas digestivos, problemas sexuales, etc…
Actitud temerosa.
Indecisión.
Agresividad desproporcionada hacia los profesionales que le preguntan.
Reacciones de huida.
Prisa.
Aislamiento, deberán afrontar la soledad, pocas mujeres han sido preparadas para vivir ellas mismas, solo se van funcionando ligadas a un hombre.
La mujer maltratada que sale del círculo de la violencia tendrá que recuperar todas las pérdidas emocionales, psicológicas y físicas inherentes a la vivencia de la violencia.
Sólo el 5% de los malos tratos familiares son denunciados, es decir sólo se denuncia el maltrato cuando es brutal o muy reiterado. Existen condicionamientos importantes por los que no se denuncia el maltrato:
La dependencia económica y afectiva de la víctima con el agresor.
El miedo.
La no aceptación del fracaso matrimonial o de pareja, queriendo sostener la relación hasta límites insoportables.
La falta de conciencia de estar siendo maltratada (solo se debe denunciar cuando hay lesión). El sentimiento de culpa a la hora de denunciar el padre de sus hijos.
El desánimo al ser conscientes de que no va a servir para nada.
Falta de recursos económicos.
No tener donde ir, etc.
La falta de respuesta de la propia familia de la víctima y de las Instituciones en general.
La ocultación del problema por vergüenza.
La baja autoestima de la víctima que impide dar respuesta a ala agresión.
La tolerancia del maltrato por parte de la víctima.
La violencia familiar se produce en todas las clases sociales y por tanto en todos los estamentos económicos, incluso en aquellos de alto nivel cultural. No obstante cuando se extraen datos de denuncias, encontramos principalmente mujeres de clases sociales desfavorecidas. Pero si hacemos el análisis de datos obtenidos en despachos de abogados privados, encontramos que muchas de las mujeres que acuden a separarse pertenecientes a clases sociales acomodadas, han sido objeto de malos tratos físicos y psíquicos.
Muchas mujeres retiran la denuncia antes del Juicio, casi siempre por miedo y bajo amenazas. Un factor que hay que tener también presente es la dificultad que tiene la víctima de probar los hechos, estos siempre se producen en la intimidad, sin testigos o con testigos que dependen del agresor por razones de parentesco. Tampoco le resulta fácil a la víctima llevar testigos de la agresión tales como vecinos, ya que normalmente no quieren ir. Por otra parte, los certificados de lesiones aportados no siempre tienen el poder probatorio de la existencia de la violencia familiar, ya que si bien certifican las lesiones, no acreditan quien las produce. En definitiva en la mayoría de los casos las mujeres que se animan a denunciar, tienen otra dificultad añadida: "la carga de la prueba siempre recae sobre la víctima siendo en la mayoría de los casos difícil de romper la tan argumentada presunción de inocencia del art. 24 de la Constitución Española".
El delito de la habitualidad en el maltrato fue introducido en nuestro código en la reforma del 95 y dice: "el que habitualmente ejerza violencia física sobre su cónyuge o persona a la que se halla ligado de forma estable por análoga relación de afectividad… será castigado con la pena de prisión de 6 meses a tres años". La Jurisprudencia exige 3 agresiones para que se considere la habitualidad y se requiere también la convivencia del agresor con la víctima. Dado que los mecanismos legales no actúan con rapidez, la mujer maltratada debe irse del domicilio familiar con sus hijos a una casa de un familiar, de una amiga, o a una casa de acogida, mientras el agresor queda en el domicilio.
La nula protección a la víctima hace que sobre ella recaiga el peso de coordinar los distintos procedimientos civiles y penales a los que debe acudir, meta difícil de obtener con los resortes legales existentes.
Dificultades que la mujer evalúa en su ruptura:
Riesgo de buscar ayuda o decidirse, la violencia física y el daño psicológico: riesgo de un aumento de amenazas y de la violencia física (hijos, familia, víctima), de que el agresor amenace con suicidarse, de hostigamiento continuo, de secuestro de los hijos, etc…
Riesgo económico: riesgo de poder adquisitivo, de perder ingresos o trabajo o relaciones, miedo a sentirse sola (el agresor la ha separado de sus amistades y familiares poco a poco, en algunos casos), etc…
Miedo de las actitudes de los amigos, familiares, profesionales, ...: Riesgo de no ser creída, de que tengan una actitud crítica con ella, etc…
Tipos de ruptura:
Ruptura rápida: La mujer se va en cuanto aparecen las primeras manifestaciones de violencia.
Tiene el grado de estudios necesario para encontrar un trabajo.
Tiene amigos con los que contar.
No tiene pasado familiar de violencia.
Tiene alternativas, conoce recursos y tiene acceso a ellos.
Tiene una buena autoestima.
Ruptura a disgustos: Se separa tras varios años de soportar violencia, después de haber intentado salvar la relación. Reduce su culpabilidad puesto que ha hecho todo lo que ella pensaba que podía salvar su pareja.
Ha puesto medios para poner fin a la violencia.
Ha buscado ayuda: psiquiátrica, alcohólicos anónimos, etc…
Ha intentado salvar su matrimonio.
Su decisión ha sido pensada y meditada.
Evalúa que el precio del abuso es demasiado alto para ella y los niños, y decide irse.
Ruptura evolutiva: Abandona la relación y vuelve sucesivas veces, hasta adquirir el convencimiento de que es preferible afrontarlos problemas derivados de la separación que soportar la tortura de semejante relación. La violencia se añade a la dificultad de irse.
Tiene baja autoestima
No conoce los recursos.
Tiene dificultades económicas.
Tiene pocas posibilidades de trabajar fuera de casa.
Comulga con los estereotipos femeninos (muy arreglada, conforme le gusta al hombre).
Tiene la responsabilidad de los hijos teme la soledad.
Se siente aislada.
Así pues la experiencia de la ruptura debe haber permitido algunas adquisiciones o aportado respuestas importantes a la mujer maltratada. Por su parte, el agresor, se siente reforzado por el regreso de su víctima (hace lo que quiere, de todos modos ella vuelve siempre). Se siente con autoridad para reiniciar, en algún momento, comportamientos violentos puesto que sabe que la víctima le pertenece.
Psicóloga y Terapeuta Sexua lAutora: Mª Luisa Torres Peralta.
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