El diagnóstico psiquiátrico más frecuentemente asociado a la piromanía es el trastorno de conducta. Los rasgos clínicos más característicos de este trastorno son las dificultades de comportamiento en casa y en la escuela, la baja autoestima, los pobres resultados académicos y la baja tolerancia a la frustración, que desemboca en irritabilidad y ataques de ira. Además, la ocurrencia del comportamiento incendiario es un buen predictor de comportamiento agresivo y antisocial en jóvenes diagnosticados con trastorno de conducta.
Es probable que los varones pirómanos diagnosticados con trastorno de conducta tengan historias de dependencia del alcohol; mientras que las chicas o mujeres pirómanas con trastorno de conducta a menudo tienen historias de alteración del estado de ánimo con autolesión o intentos de suicidio. También es más probable, tanto entre chicos como entre chicas, que cuando existe la concurrencia de ambos diagnósticos, el trastorno de conducta desemboque en comportamiento criminal más persistente.
Algunos estudios relacionan hiperactividad, déficit de atención, piromanía y trastorno de conducta. No obstante es necesario realizar más investigación empírica para determinar hasta qué punto esto es cierto y la naturaleza de dichas conexiones.
También hay estudios que indican la relación entre piromanía y algunos trastornos mentales graves como la esquizofrenia, la disfunción cerebral orgánica y el retraso mental. Algunos de estos estudios sugieren que la piromanía ocurre en jóvenes psicóticos en respuesta a cierto tipo de delirios. El papel jugado por la piromanía en la psicopatología severa es aún desconocido y queda abierto a especulación teórica y evaluación empírica.
El diagnóstico de piromanía en niños se remonta a 1951 (Lewis y Yarnell), aunque actualmente suele reservarse fundamentalmente para adultos. Entre los criterios diagnósticos DSM-IV se encuentran: i) provocación deliberada e intencionada de un incendio en más de una ocasión, ii) tensión o activación emocional antes del acto, iii) fascinación, interés, curiosidad o atracción por el fuego y su contexto situacional, iv) bienestar, gratificación o liberación cuando se inicia el fuego, o cuando se observa o participa en sus consecuencias.
¿Cuál es el tratamiento de la piromanía?
Los objetivos de una estrategia terapéutica efectiva son el eliminar el comportamiento incendiario y modificar la psicopatología subyacente. Se han desarrollado técnicas psicoterapéuticas específicas para este tipo de problema. Ya que la evidencia teórica y empírica sugiere que existe un complejo número de variables asociadas a la piromanía, la tendencia es la de la aplicación de terapias multidisciplinares. Muchas de estas aproximaciones terapéuticas son de reciente aplicación, por lo que carecen de estudios empíricos que apoyen su efectividad. A pesar de ello, las evaluaciones clínicas de estos métodos sugieren que, por lo menos a corto plazo, son efectivas en eliminar el comportamiento incendiario de estos niños y adolescentes.
La psicoterapia individual y familiar son las dos modalidades predominantes. El foco principal de la psicoterapia individual reside en la eliminación inmediata del comportamiento incendiario, y secundariamente en provocar cambios en la psicopatología subyacente. La modificación de conducta y la terapia cognitivo-conductual son los dos tipos de tratamiento más usados. El principal objetivo de la psicoterapia cognitivo-conductual es el enseñar a los jóvenes a reconocer la urgencia de prender el fuego, interrumpir la conducta antes de que comience y sustituir dicha conducta por comportamientos socialmente adecuados para expresar sus emociones subyacentes (Bumpas, 1983).
Existe un número de técnicas utilizadas en modificación de conducta que resultan útiles para eliminar o reducir el comportamiento incendiario, como el castigo, el refuerzo positivo, etc. Muchas de estas técnicas son utilizadas de manera conjunta.
- Ayuda psicologica Terapia y ayuda psicologica Asistencia en crisis, codependencia
www.asistenciapsicologica.orgEnlaces patrocinados
En algunos casos se ha utilizado la Terapia Familiar Breve, fundamentalmente reestructurando la autoridad parental, modificando los patrones de comunicación e interacción entre padres e hijos, e incluso fijando normas de seguridad y protección para la familia.
También existen algunos programas de tratamiento hospitalario, de orientación psicodinámica y conductual. En el primer caso el tratamiento se basa en la naturaleza de la alianza terapéutica establecida entre el paciente y el personal hospitalario. En el segundo caso se identifican -para cambiarlos- los comportamientos específicos, incluyendo a los miembros de la familia en el proceso terapéutico una vez que la conducta incendiaria se ha eliminado.
La aproximación multidisciplinar es consistente con la idea de la unión de una compleja red de factores individuales, sociales y ambientales y el desarrollo del comportamiento incendiario patológico en niños y adolescentes. Este tipo de tratamiento incluye la eliminación del comportamiento incendiario, la mejora de habilidades sociales, emocionales y de funcionamiento académico. Se utilizan, entre otras, técnicas cognitivas de control del impulso, técnicas de relajación y el entrenamiento en habilidades y conocimientos de seguridad y supervivencia respecto al fuego.
La selección de la mejor estrategia de intervención dependerá de la severidad de la piromanía y su sintomatología asociada. Si ésta es severa y el niño o adolescente representa un peligro para él mismo, se recomienda la hospitalización. En caso contrario pueden aplicarse las técnicas mencionadas anteriormente fuera del contexto hospitalario. La evidencia clínica apoya dichas técnicas, hasta que se desarrolle una evaluación científica más rigurosa sobre la efectividad relativa de cada una de estas aproximaciones terapéuticas.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
*American Psychiatric Association DSM-IV. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Masson. Barcelona 1995. *Bumpass, E., Fagelman, F. y Brix, R. Intervention with children who set fires. American Journal of Psychotherapy, 37, 328-345. 1983. *Canter, D. y Fritzon, K. Differentiating arsonists: a model of firesetting actions and characteristics. Criminal Psychology, 3, 73-96. 1998. *Gaynor, J. y Hatcher, C. The Psychology of Child Firesetting: detection and intervetion. Brunner-Mazel. New York 1987. *Hanson, M. et al. Firesetting during the preschool period: assessment and intervention issues. Canadian Journal of Psychiatry, 40, 299-303. 1995 |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario